La
percepción que tiene la ciudadanía sobre la vacuna contra el coronavirus no varía en exceso en función del sexo o la edad. No obstante, sí parecen existir
diferencias si se atiende al nivel de renta. Son algunas de las conclusiones de un estudio elaborado por investigadores españoles y portugueses que apunta a que quienes disponen de una mayor cantidad de bienes posee una “superior propensión a rechazar la vacuna”.
El estudio,
publicado por el Ministerio de Sanidad, ha sido elaborado por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili de Reus; la Complutense de Madrid; la de La Rioja y la Escuela de Contabilidad y Negocios de Oporto en base a una muestra de 600 españoles.
“Observamos que la influencia de la percepción de la eficacia y
la influencia social fue positiva hacia la intención de vacunarse, siendo los ratios de tasas de unos de la vacuna mayores que 1 estadísticamente significativas” (p<0,01 en el caso de las dos primeras variables y p<0,05 en la tercera), apuntan los autores del estudio. En este sentido, indican que “ni el género ni la edad resultaron estadísticamente significativos en la intención de vacunarse”. Por el contrario, “sí lo fue el nivel de renta”. “Identificamos que
en los mayores niveles había una superior propensión a rechazar la vacuna (p<0,1)”.
Temor a los efectos secundarios
Los investigadores constataron que “en muchas personas había una
percepción de que la vacuna contra el SARS-Cov-2 era arriesgada, lo que generaba miedo a los efectos secundarios”. En este sentido, destacan que la sensación de riesgo hacia cualquier nueva tecnología “suele ser un impedimento a su adopción”. “Y, desde luego, el miedo a los efectos de una vacuna es una barrera para uso”, apuntan.
Por otro lado, el estudio indica que en tanto que las personas pertenecen a grupos sociales, “las opiniones de otros miembros del grupo sobre un producto pueden
incitar o desincentivar al consumidor del mismo”.
Los autores señalan que una
posible limitación del estudio es que recoge un número “no relativamente elevado de respuestas (600)”, y en un momento “muy concreto del tiempo” como es septiembre de 2020. “Además, el estadio de la pandemia y el desarrollo de las vacunas cambia continuamente”, añaden. Sin embargo, entienden que esta limitación “tampoco produce una gran distorsión en los resultados”.
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