La
retención del personal sanitario se presenta como uno de los
principales objetivos para la OCDE en la elaboración de su nuevo
marco de evaluación del desempeño de sistemas de salud. Una de las causas de la pérdida de trabajadores llega a los sistemas sanitarios de la mano de las
altas tasas de rotación, que provocan una perdida de conocimiento institucional y una disminución de la continuidad de la atención. Este problema, además,
amenaza el buen ambiente de trabajo, ya que provoca en los empleados un
sentimiento de falta de apoyo y valoración.
En su nuevo estudio, titulado ‘Repensar la evaluación del desempeño del sistema de salud: un marco renovado’, la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) plantea que se debe prestar “gran atención a los posibles nuevos indicadores sobre la
retención del personal sanitario”, un aspecto que se recogerá en la elaboración del
‘Marco renovado’ de salud que plantea este organismo. En este sentido, se plantea que las tasas de intención de
abandono en las profesiones sanitarias se presentan cada vez más altas tras la pandemia.
Según explica la OCDE, una encuesta realizada a 23.000 enfermeras que trabajan en salas de
hospitales médicos y quirúrgicos en 10 países (Bélgica, Finlandia, Alemania, Irlanda, Países Bajos, Noruega, Polonia, España, Suiza y el Reino Unido) informó que, en general,
el 33 por ciento tenía intención de cambiar de trabajo en el año siguiente, mientras que el 9 por ciento de las enfermeras tenía intención de dejar su profesión.
El principal motivo que plantea este organismo como causa de este problema son las
altas tasas de rotación, que consideran que se podría solucionar si se
prioriza la retención del personal sanitario. Lograr este objetivo podría dotar a los sistemas de una
fuerza laboral más estable, al mismo tiempo que se
mejoran los resultados de los pacientes y se fomenta un
ambiente de trabajo positivo donde los empleados sientan que su trabajo es valorado.
Para contabilizar esta retención, la OCDE sugiere
nuevos indicadores que incluyan
dimensiones sobre las tasas de rotación, donde se contabilice el número de personas que abandonan dividido por el número promedio de personal en el puesto en el año. Junto a esto, proponen
añadir tasas de ausentismo, un recuento del número de solicitantes de puestos, así como los puestos designados y los vacantes y el número de puestos financiados que están sin cubrir.
Las habilidades de los sanitarios, a examen
Para la OCDE, la
disponibilidad y cantidad de trabajadores de la salud es una categoría “clásica” sobre la cual ha construido datos de tendencias a largo plazo. Los indicadores típicos son el
número de médicos y enfermeras, pero en actualidad, consideran que se deben tener en cuenta
datos más granulares (es decir, a nivel de especialidad) para futuras rondas de recopilación de datos.
El enfoque en las
habilidades del personal sanitario es una de las demandas más crecientes. Según la OCDE, la
escasez de habilidades es un problema global que ha agravado la pandemia. “Dotar al personal sanitario de las habilidades adecuadas es esencial para responder a futuras crisis sanitarias y prepararse para un
mayor uso de las tecnologías digitales y el cambio demográfico, entre otras tendencias”, indica el organismo.
En este sentido, consideran que la escasez, las capacidades y el bienestar del personal están interrelacionados. Para abordarlo señalan que se requiere una
mayor inversión en educación y capacitación. Junto a esto, se debe
aumentar la contratación para reducir la carga de trabajo y la presión sobre el personal existente, y
mejorar las condiciones laborales y las tasas salariales para categorías de trabajadores.
Para ello, el marco renovado de la OCDE incluye
tres dimensiones que abarcan estas cuestiones. Estas se basan en la
disponibilidad y cantidad de trabajadores de la salud; las
habilidades de los trabajadores de la salud; y la
salud, seguridad y bienestar en el trabajo.
El marco renovado: guía para una visión colectiva de la salud
A niveles generales, el marco renovado de la OCDE se plantea como “una guía fundamental para facilitar
una visión colectiva del desempeño del sistema de salud”. Se trata de una “nueva visión de la evaluación del rendimiento de los sistemas de salud” que integre dimensiones clave, como la
resiliencia, el
enfoque centrado en las personas y la
sostenibilidad ambiental.
El
marco renovado se basa en los marcos existentes que guían el trabajo de la OCDE en materia de salud. Coloca a
las personas en el centro de los sistemas de salud e incorpora nuevos objetivos clave para los sistemas de salud, como la sostenibilidad, tanto desde la perspectiva económica como ambiental. Además, “enfatiza la interconexión y las posibles compensaciones entre las diferentes dimensiones de los sistemas de salud”.
Según la OCDE, el marco renovado “
facilitará la colaboración internacional al proporcionar un
lenguaje común, definiciones y una comprensión compartida entre los responsables políticos, las partes interesadas y las organizaciones”. Proporciona una base para el desarrollo de futuros indicadores,
recopilación de datos, análisis de políticas e
integración de conocimientos. Este nuevo planteamiento
no pretende reemplazar los marcos de evaluación del desempeño de los sistemas de salud a nivel nacional, sino permitir la
evaluación comparativa internacional y el aprendizaje mutuo.
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