Todos los años la revista
Nature elige a las diez personas que, por su trabajo científico, han destacado a lo largo del año. No son unos premios ni una clasificación sino que es una selección de sus editores teniendo en cuenta los acontecimientos que ha habido a lo largo del año. Sin embargo, este año hay que destacar que
cinco de esas personas trabajan en el ámbito de la Sanidad o están relacionadas con esta.
Estos
cinco protagonistas del artículo de
Nature son Yunlong Cao, Dimie Ogoina, Lisa McCorkell, Diana Greene Foster y Muhammad Mohiuddin. Cada uno de ellos ha hecho una
importante aportación a la Sanidad este año.
Yulong Cao
Cao volvió a Pekín de Estados Unidos a finales de 2019 y se encontró con el inicio de la pandemia. Al poco descubrió que los métodos en los que se había especializado
podían servir para estudiar los anticuerpos que aparecen tras la infección de covid-19. Gracias al análisis de los anticuerpos de la gente, él y su equipo pudieron analizar las variaciones del virus y entender cómo iba evolucionando. Esto les ha ayudado a
predecir muchas de las mutaciones clave que se han ido dando desde que explotó la pandemia.
Ahora, el equipo diseña terapias con anticuerpos contra la covid-19, quieren identificar los más resistentes a la evolución del virus.
Dimie Ogoina
Él es especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad del Delta del Níger en Amassoma. En
2017, hubo un
brote de viruela del mono en el país y fue,
hasta cierto punto, similar a la actual, ya que se concentraba en zonas urbanas y entre hombres jóvenes y de mediana edad. Unos contagios muy distintos a otras anteriores.
Él fue el primero en diagnosticar un caso de viruela del mono y, tras analizar los datos con los que contaba, en 2019 señaló, junto con su equipo, que podría existir la trasmisión por
contacto sexual. A pesar de haber intentado convencer a otros especialistas de esta posibilidad, no ha sido hasta el actual brote que se ha reconocido esta posibilidad y este año su publicación se ha sido citado cientos de veces.
Lisa McCorkell
Como muchas personas en 2020, McCorkell se infectó de covid-19 y ha padecido las secuelas del llamado long-covid todo este tiempo. Por este motivo, ella y otras cuatro mujeres se decidieron a fundar la
Patient-Led Research Collaborative, "un grupo de investigadores que dirigen e informan estudios sobre la enfermedad".
Han pasado dos años desde que surgió el SARS-CoV-2 y mientras el mundo empieza a olvidarse de este virus, muchos pacientes de long-covid siguen esperando una mejoría en sus síntomas. Por eso, para el ella y todo su equipo es tan
importante investigar esta enfermedad. De hecho, el año pasado publicaron "un informe histórico que documentaba más de 200 síntomas".
Diana Greene Foster
Cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos permitió prohibir el aborto, a Foster no le pilló por sorpresa. De hecho, ya había comenzado a planificar una investigación al respecto. La demógrafa lleva años investigando sobre este tema. Uno de sus intereses es saber
qué le pasa a las mujeres que quieren abortar y no pueden hacerlo. Y eso mismo ha estudiado a través de más de 50 artículos revisados por expertos.
En estas investigaciones se demuestra que "
abortar no perjudica la salud ni el bienestar de la mujer. Sin embargo, la denegación del aborto tiene consecuencias económicas y sanitarias negativas y perjudica a las familias". Este es el conocido 'Estudio Turnaway'.
No obstante, el que ha puesto en marcha Foster en cuanto se supo la decisión del Supremo "comparará a las personas que consiguieron abortar hasta dos semanas antes de que entraran en vigor las prohibiciones estatales individuales con las que planeaban abortar pero no pudieron". En esta investigación, además, se contará con personas trans y no binarias además de mujeres.
Foster tiene muy claro para qué quiere que sirvan sus investigaciones: espera que sean los datos y los hechos, nada más, los que termine con las prohibiciones al aborto en el país.
Muhammad Mohiuddin
Tras décadas de trabajo de muchos investigadores, Mohiuddin incluido, por fin en enero de este año llegaba el
primer xenotrasplante.
David Bennett, de 57 años, recibió el corazón de un cerdo. Esto fue gracias a, entre otros, Mohiddin. Aunque el paciente falleció dos meses después,
el hombre sobrevivió más de lo que nadie, incluido Mohiuddin, esperaba.
Todo esto ha sido posible gracias a
décadas de investigación en modificación genética, con lo que se ha conseguido que los órganos de los cerdos sean más compatibles con los de los humanos.
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