Estos días hemos oído hablar mucho sobre las
consecuencias económicas que el confinamiento ha tenido sobre la población. Sin embargo, estos meses encerrados en casa han tenido
un importante coste sanitario, además de económico. El
miedo al contagio del Covid ha llevado a los españoles a no acudir a los centros sanitarios todo lo que debieran, y los médicos de Familia e internistas ya hablan de un
'rebrote' de enfermedades desatendidas.
Lorenzo Armenteros, portavoz Covid de la
Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), apunta a que ese 'rebrote' ya se está produciendo: "
Se empiezan a sobrecargar los centros de Salud. No es un brote tan intenso como el
Covid. Pero sí que estamos viendo que se incrementan consultas orientadas por la demora en atender a consultas presenciales estos meses".
Armenteros afirma que "había pacientes que te decían que estaban bien durante el confinamiento, en las consultas telefónicas, para no contarte otras cosas y no tener que ir al centro. Cuando estábamos con un gran número de casos de coronavirus
la presencia en los centros de Salud era mínima. Desde Atención Primaria, cuando veíamos algo complejo y teníamos que derivar al paciente al hospital se creaba un verdadero estado de tensión, porque
los pacientes tenían mucho miedo de ir y contagiarse".
Según el testimonio de este médico de Atención Primaria, las patologías crónicas han resultado muy perjudicadas por "
la trasgresión dietética y la falta de ejercicio. Estamos pagando ahora el efecto en la salud de la inactividad física".
Jesús Díez Manglano, vicepresidente primero de la
Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), coincide en la percepción del efecto rebote de enfermedades no Covid que se está produciendo. "En la pandemia de coronavirus
no se han visto apenas personas con ictus, infartos de miocardio, crisis de EPOC… La gente se ha aguantado en casa y ahora estamos viendo una
avalancha de pacientes con enfermedades crónicas agravadas", afirma.
Manglano explica que el cierre de los hospitales de Día ha hecho que muchos enfermos no hayan recibido esa atención tan estrecha que necesitan: "Estos enfermos vuelven ahora en
unas condiciones peores".
Los pacientes más afectados, los ancianos
Este internista explica que en "en personas sanas o poco enfermas, el confinamiento ha influido desde un punto de vista psicológico. La gente ha tenido
nerviosismo, ansiedad, trastorno de somatización… En algunos casos, por poca movilidad hemos visto trombosis o flebitis".
Sin embargo, los principales damnificados de esta situación son los ancianos. "
Ha habido un problema muy grande que es la soledad. Hemos querido proteger a nuestra población anciana aislándoles, pero proteger es acompañar y cuidar. Estamos viendo enfermos ancianos que han ingresado con cuadros de deshidratación. Si un paciente anciano está acompañado, sigue mejor las recomendaciones para proteger su salud.
Cuidar es acompañar no solo dar la medicación".
Ocurre lo mismo con las medicaciones, explica Manglano, "un anciano aislado en residencia o en casa, tiene mayor probabilidad de que se descuide a la hora de tomar la medicación. Estar solo con el confinamiento ha influido en que no se haya hecho la misma cumplimentación de los tratamientos.
Tenemos que pensar en cómo atender a los ancianos si hay otra pandemia".
Efecto en patologías crónicas y endocrinas
En
diabetes e hipertensos los centros de Atención Primaria están viendo "mucha descompensación que va a dar lugar a una gran carga de trabajo. En el espectro de la patología endocrina también ha habido problemas, se ha comido mal y peor, no se ha hecho ejercicio y se ha bebido más. Se ha incrementado el consumo de bebidas alcohólicas de manera importante", apunta Armenteros.
A su vez, se han producido más casos de "
patología osteomuscular. El hecho de no poder salir de casa, no moverse... Mucha gente ha ido de la cama, al sofá. La movilidad dentro de una casa es mínima".
Minimización de los síntomas. infartos y tumores no detectados
Otro de los efectos del confinamiento ha sido la "
minimización de los síntomas por parte de los pacientes. Por miedo a contagiarse de coronavirus, los pacientes han dejado pasar por alto dolores que pueden ser síntoma de una patología grave.
Ha habido infartos que hemos detectado tras dos días del paciente aguantando el dolor", explica Armenteros.
"El miedo ha paralizado a la gente y cualquier dolor, aunque fuera muy grave lo minimizaban. Dolores isquémicos e infartos los hemos detectado con retraso por el miedo del paciente a ir al centro de Salud. No sabemos si esto ha tenido como consecuencia algún fallecimiento. Esta minimización de síntomas la hemos detectado en
patología tumoral también", añade.
Patología emocional: más deprimidos y paranoicos
El otro grupo constante que los centros de Salud han atendido a consecuencia de la situación de confinamiento es el de personas con "patología emocional". "
La gente tenía medio y nos encontramos estados predepresivos. Hay gente que vive en autoconfinamiento todavía, porque tiene miedo a salir a la calle, a que la gente incumpla las normas, vayan sin mascarilla… Hay un sector importante de la población para el que el confinamiento fue absoluto. La fobia social todavía sigue".
Las personas mayores son otros de los grandes perjudicados en este ámbito. La soledad afecta de forma particular a la
salud cognitiva. "Son los que más nos han preocupado. La fragilidad física, por enfermedad, o social por estar solos. Los trabajadores sociales han hecho un trabajo muy importante", afirma Armenteros.
Mayor patología de agudeza visual
El incremento de la patología de la agudeza visual es otra de las causas del confinamiento. "Las personas han utilizado mucho el ordenador, la Tablet o el teléfono. Una de las quejas habituales es que se ha perdido visión. Hay también una mayor tendencia a padecer
conjuntivitis", concluye este médico de Familia.
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