El 'big data' no ha hecho su aparición aún sobre los tratamientos para las personas con demencia. Así lo ha puesto de manifiesto el último estudio llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el que se ha destacado que se está produciendo una ‘revolución silenciosa’. Cada vez se están almacenando más datos, hay mayores registros electrónicos de salud y gracias a los teléfonos inteligentes se monitoriza a los pacientes. Sin embargo, este progreso no se ha dejado ver por las enfermedades neurodegenerativas.
Según la OCDE, las mejoras en los análisis de datos pueden ser especialmente útiles para este tipo de patologías. Concretamente, debido a la complejidad clínica y biológica de la demencia, los estudios necesarios para sustentar el descubrimiento de fármacos y el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas dirigidas a frenar la progresión de esta enfermedad requieren de la recopilación de datos de forma masiva. En este sentido, los expertos han argumentado que su registro presentaría multitud de ventajas en ámbitos como la investigación, la atención al paciente, la gestión del sistema y la salud pública.
Ángel Gurria, secretario general de la OCDE.
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Asimismo, han señalado que existe una gran necesidad de inversión con el fin de aprovechar el potencial de los datos para la demencia. Al hilo de esto, se necesitan más incentivos para promover la educación y la formación de los analistas y expertos en bioinformática para utilizar grandes datos de forma eficaz para que la investigación en salud, y más concretamente en estas patologías, sea más efectiva.
Cambio en las infraestructuras y gobiernos
La OCDE ha revelado que la explosión de nuevas oportunidades tecnológicas y la generación de datos no se traducen automáticamente en nuevos productos y soluciones para el cuidado de las enfermedades neurodegenerativas sino que tienen que ir acompañados de cambios de infraestructuras y de gobiernos del sistema de innovación de la salud.
En la actualidad, el proceso de investigación y desarrollo está fragmentado, es costoso e ineficiente. La financiación para la demencia y otras patologías representa menos del uno por ciento de los presupuestos de investigación y desarrollo en los países del G7.
Los investigadores de la industria, hospitales y las universidades continúan haciendo importantes contribuciones a la comprensión científica pero desde la OCDE subrayan que sin un mejor intercambio de datos los progresos se quedan limitados en la comprensión de las bases de las enfermedades neurodegenerativas y sus respectivos tratamientos.
Finalmente, han destacado que las mejoras en las tecnologías de la información y el aumento del intercambio de datos electrónicos de la salud no solo hacen que sea una oportunidad para evaluar y mejorar la capacidad mundial sino que hacen que sea imprescindible.