Carolina Marín, la renombrada jugadora de bádminton española, sufrió una importante
lesión durante las semifinales de esta modalidad deportiva en los
Juegos Olímpicos de París 2024. Esta desafortunada situación no solo impactó su desempeño y su carrera, sino que también nos brinda una oportunidad para analizar la
lesión desde una perspectiva médica y comprender mejor los desafíos que enfrentan los atletas de élite.
Javier Tejada, coordinador del Máster de Medicina del Deporte en
AMIR, hace un análisis pormenorizado de esta lesión como ejemplo claro de un
desafío médico y psicológico en deportistas de alto nivel.
Carolina Marín ha sufrido diferentes lesiones a lo largo de su carrera, incluidas dos
roturas del ligamento cruzado anterior (LCA) en ambas rodillas. En esta ocasión, tras un salto y un apoyo monopodal en valgo y rotación interna sobre la rodilla derecha, le produce una nueva lesión de cruzado anterior y meniscos.
La rodilla es una articulación compleja, inestable por naturaleza, que
soporta una gran cantidad de estrés mecánico durante los movimientos rápidos y los cambios de dirección, comunes en este deporte.
Diagnóstico y evaluación
El
diagnóstico inicial de la lesión de Marín fue realizado in situ por el equipo médico de los Juegos Olímpicos. De visu, por el mecanismo lesional y la exploración física inmediata, un médico deportivo puede ya tener la sospecha muy dirigida y realizar un primer abordaje terapéutico. Posteriormente, hay que realizar
otras pruebas de imagen complementarias, como la RMN que confirmaran el alcance de la lesión. De ahí la importancia en la formación y la familiarización del staff médico con los tipos de lesión.
Tratamiento y recuperación
La
gestión de una lesión en la rodilla, especialmente en
atletas de alto rendimiento, requiere un enfoque multidisciplinario. El tratamiento puede variar desde el tratamiento no quirúrgico hasta la cirugía, dependiendo de la severidad de la lesión y las características individuales del paciente. En casos de rotura del LCA, la
cirugía de reconstrucción del ligamento es común, seguida de un largo período de rehabilitación.
Dentro del tratamiento inmediato está, por un lado, el
reposo e inmovilización. Inicialmente, es esencial reducir el movimiento para evitar un daño mayor. De ahí es importante parar la actividad deportiva o competición. Se puede utilizar férulas o rodilleras para inmovilizar la rodilla. También está el
control del dolor y la inflamación, se administran antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y hielo para manejar el dolor y la inflamación. Así como dispositivos de
crioterapia combinada con presoterapia para disminuir la reacción inflamatoria inmediata.
Cirugía y rehabilitación
Una vez que la inflamación inicial se ha reducido y se ha recuperado la movilidad, la cirugía en el caso de realizar un tratamiento quirúrgico consiste en la
reconstrucción de un nuevo ligamento cruzado anterior por medio de la utilización de otros tejidos como son los
tendones isquiotibiales, tendón rotuliano o cuadricipital. De igual manera, en ese mismo acto quirúrgico poder reparar los meniscos u otras lesiones asociadas, en el caso de que las haya.
La
rehabilitación es una parte crítica del proceso de recuperación. Incluye ejercicios específicos para restaurar la fuerza, la estabilidad y el rango de movimiento. Este proceso puede durar de seis meses a un año, dependiendo de la gravedad de la lesión y la respuesta del paciente al tratamiento.
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Fisioterapia: Programas personalizados para fortalecer los músculos alrededor de la rodilla y mejorar la flexibilidad.
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Terapia ocupacional: Para ayudar al atleta a adaptarse y realizar actividades cotidianas de manera segura.
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Entrenamiento progresivo: Gradual retorno a las actividades deportivas bajo supervisión médica para prevenir recaídas.
Impacto psicológico y prevención de lesiones
Las lesiones de esta magnitud no solo afectan físicamente a los atletas sino también psicológicamente y desde el punto de vista del médico que acompaña a estos atletas es crucial
abordar el aspecto psicológico para gestionar el estrés de una lesión y el largo período de recuperación, que pueden derivar en problemas como la ansiedad y la depresión.
El apoyo psicológico es esencial para ayudar al atleta a mantener una mentalidad positiva y una motivación alta durante todo el proceso de recuperación.
Para
prevenir lesiones futuras, es crucial un enfoque en la educación del atleta y el equipo técnico sobre la importancia de la preparación física adecuada, el calentamiento y los ejercicios de fortalecimiento específicos. Además, la implementación de
programas de entrenamiento neuromuscular puede ayudar a mejorar la coordinación y la estabilidad, reduciendo el riesgo de lesiones.
La
lesión de Carolina Marín en los Juegos Olímpicos de París resalta los desafíos que enfrentan los atletas de élite y la importancia de un enfoque integral para el manejo de lesiones. Desde el diagnóstico preciso hasta la rehabilitación y el apoyo psicológico, cada etapa es vital para el retorno exitoso al deporte.
La Medicina deportiva continúa evolucionando para ofrecer mejores soluciones y ayudar a los atletas a superar estas adversidades y regresar más fuertes a sus disciplinas.
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