Redacción. Madrid
Dos estudios publicados durante el último año (Embrace y Cristal AF) concluyen que, mediante dispositivos internos o externos de monitorización prolongada, se puede demostrar que la fibrilación auricular, la arritmia más frecuente, se encuentra detrás de hasta un 30 por ciento de los eventos isquémicos cerebrales de origen no aclarado. Esta novedad se ha abordado en la primera Reunión Conjunta de la Sección de Electrofisiología y Arritmias, y de la Sección de Estimulación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), celebrada recientemente en Alicante.
Entre el 20 y el 40 por ciento de los ictus isquémicos son criptogénicos, es decir, de causa desconocida. Hasta la fecha había indicios de que estos ictus podían tener una raíz embólica siendo provocados por una arritmia, pero no existía evidencia científica de ello. En España, según datos del estudio Ofrece realizado por la SEC, el 4,4 por ciento de la población mayor de 40 años padece fibrilación auricular, lo que representa más de 1.018.000 personas.
Los investigadores del Cristal AF analizaron los diagnósticos de 441 pacientes a los que dividieron en dos grupos: uno al que monitorizaron mediante un monitor cardiaco insertable durante 90 días y otro, el grupo de control, al que realizaron únicamente el seguimiento estándar de 24 horas. Los resultados han mostrado que se logra detectar fibrilación auricular a un 8,9 por ciento de los pacientes monitorizados durante seis meses, mientras que solo detecta esta arritmia en el 1,3 por ciento de los pacientes del grupo de control (aquellos a los que no se les insertó el monitor implantable).
Esta diferencia se hace aún más notoria si la monitorización se realiza durante 12 meses: en este caso los porcentajes ascienden a 12,4 por ciento y dos por ciento respectivamente. Así, el estudio concluye que la monitorización prolongada es más efectiva para realizar el seguimiento y detectar los casos de fibrilación auricular en pacientes que han sufrido ictus criptogénico.
Por su parte, el estudio Embrace concluye que los sistemas de monitorización no invasiva durante un período de 30 días mejoran significativamente la detección de la fibrilación auricular en comparación con el procedimiento estándar de corta monitorización que consiste en controlar al paciente durante 24 horas. En este caso los investigadores contaron con la participación de 572 personas mayores de 55 años que habían padecido ictus o ataque isquémico durante los seis meses previos.
Los pacientes también fueron divididos en dos grupos: al primero se le realizó un seguimiento de 30 días mediante una grabadora de eventos cardiovasculares mientras que al grupo de control se le realizó el seguimiento estándar de 24 horas mediante holter. Los resultados mostraron que en el primer grupo se detectó fibrilación auricular al 16,1 por ciento de los participantes, mientras que en el segundo grupo solo se detectó en un 3,2 por ciento.
Francisco Ruiz Mateas, presidente de la Sección de Estimulación Cardiaca de la SEC, explica que “estos resultados confirman que la fibrilación auricular se encuentra detrás de muchos eventos isquémicos cerebrales de origen no aclarado hasta el momento. Actualmente existe un tratamiento muy eficaz para estos pacientes: los anticoagulantes orales. Así, este hallazgo supone un cambio en la evaluación y el tratamiento de aquellos ictus que quedaban sin diagnóstico preciso. Con todo, la fibrilación auricular se postula como la primera causa de ictus, multiplicando por cinco el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular”.
“Los ictus causados por fibrilación auricular son más mortales y dejan más secuelas que aquellos que se producen por otros motivos. Es por ello que es especialmente importante distinguir de entre los ictus criptogénicos, aquellos que son causados por esta arritmia, concluye”.