España se ha convertido en uno de los principales focos de
viruela símica del mundo. Según los datos recopilados por el Ministerio de Sanidad, ya se han confirmado
4.298 contagios y dos fallecimientos relacionados con esta enfermedad en el país, donde la incidencia es superior a la del resto de Europa y América (solo por detrás de EE.UU.). Lo cierto es que no existe una única razón que explique este fenómeno, apuntan desde el sector de la Medicina Preventiva, que rechaza reducir el problema a un asunto de “idiosincrasia” social y cultural. “Se trata de algo estructural de la propia sanidad española”, concluye.
Son palabras de
Paloma Navas, miembro de la Junta Directiva de
Sempspgs (Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria), que reconoce asistir a la expansión de la viruela del mono en España como si fuera la crónica de una muerte anunciada. “Es un
problema multifactorial, pero es verdad que hay un mar de fondo a nivel estructural que ha facilitado esta situación. No ha habido la necesaria prevención”, subraya la también exdirectora general de Salud Pública de Cantabria, que lamenta que no se haya “aprendido de la historia reciente del Covid-19”.
La propia Navas detalla que, de cara al control de patógenos contagiosos como la viruela del mono, resulta primordial “mantener unos sistemas de alerta adecuados y un sanitario capaz de afrontar este tipo de situaciones”.
Transmisión de la viruela del mono por contacto directo
“El problema es que tenemos una
estructura de salud pública muy débil ante enfermedades emergentes. Si se miran los datos de 2018, el gasto en salud pública de las comunidades autónomas al año ronda los 30 euros por persona. De esta forma, cualquier enfermedad infecciosa o cualquier alerta sanitaria va a ser muy difícil de controlar”, explica.
"Y en esos 30 euros
van las vacunas, el personal, la vigilancia epidemiológica… No es que no sea suficiente, es que es insignificante”, concluye Navas.
La facultativa incide en que el arraigo de ‘Moneypox’ en el país no es consecuencia en exclusiva de su
“idiosincrasia”, aunque esta también pueda influir en mayor o menor grado. “Somos un país con
mucha interacción social y muy turístico, y es cierto que recibimos a gran cantidad de personas de muchas nacionalidades. Pero el impacto que tiene esto es muy relativo, porque la transmisión se produce por contacto directo”, reitera la especialista.
“Aquí parece que la gente lo ha hecho mal, que ha cometido errores, y la realidad es que el sistema no está lo suficientemente preparado para ello. Hay
muy poco personal, las plantillas están poco dotadas, y además no tienen recursos para reaccionar con rapidez. No se le puede pedir peras al olmo”, concluye.
Colectivos estigmatizados por la viruela del mono
De forma paralela, la dirigente de la Junta Directiva de Sempspgs rechaza la
“estigmatización” de la que bajo su punto de vista han sido víctimas colectivos como el homosexual, a los que “se les ha señalado de manera injusta”.
“A veces me recordaba a los primeros momentos del
surgimiento del VIH”, recalca Navas, que incide en que de esta forma “solo se consigue que se infradiagnostiquen casos” y que “la gente tenga miedo y vergüenza ante la enfermedad”. “Este tipo de elementos juegan en nuestra contra. Lo que hacen falta son
herramientas de salud pública como tienen en otros países de Europa, solo así estaremos mejor”, concluye.
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