La caída de gasto en educación en mayores no compensa el aumento en sanidad

El envejecimiento de la población y el importante volumen de gasto sanitario, que precisamente se concentra "de forma notable" en los mayores de 65 años, provoca que la caída del gasto educativo en estos hogares no es suficiente para compensar el aumento correspondiente a las prestaciones de sanidad. Así lo recoge la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en su nuevo informe 'Hacienda Pública y demografía: impacto distributivo de impuestos y prestaciones en los hogares agrupados por edades', que especifica que precisamente el gasto en sanidad va reduciendo "de forma sucesiva" su peso en la renta bruta.

"Desde el 9,2 por ciento para los hogares menores de 30 años hasta el 6,7 por ciento de los hogares entre 50 y 65 años, elevándose de forma significativa a partir de esa edad, para la que el subsidio medio alcanza el 10,5 por ciento para los hogares entre 65 y 75 años, hasta casi duplicar este porcentaje a partir de los 75 años, cuando se sitúa en el 21,5 por ciento", concretan. Comparando los subsidios en sanidad y educación vemos que en este último grupo en el caso de educación es del 0,4 por ciento. El dato educativo mayor corresponde a los hogares de edad entre 40 y 50 años, fijado en un 8,9 por ciento, mientras que para este grupo el sanitario se queda en el 6,9 por ciento, casi 15 puntos por debajo del de hogares de 75 años.

"El subsidio medio conjunto para las de sanidad y educación crece hasta los 50 años, del 14,1 por ciento al 15,8 por ciento. A partir de esa edad, cae hasta el 11,1 por ciento y se estabiliza prácticamente hasta los 75 años, en que sube hasta el 21,9 por ciento, su nivel más alto", señalan. Esta evolución se explica por las tendencias opuestas seguidas por ambas prestaciones. Por un lado, el gasto en sanidad va reduciendo de forma sucesiva su peso en la renta bruta, elevándose de forma significativa a edades mayores.

"En cambio, como es lógico, el peso en la renta bruta del gasto en educación crece hasta los 50 años, coincidiendo con la etapa en la que hay una presencia significativa en el hogar de hijos dependientes. A partir de aquí, cae entre los 50 y 65 años, aunque el subsidio medio se sitúa en el 4,3 por ciento, al existir todavía un número importante de hogares con hijos en formación, hasta prácticamente desaparecer en los sucesivos grupos de edad", especifican.

Mayores de 65 años, beneficiarios netos a Hacienda

Dentro de las conclusiones del informe de Fedea sobre cómo afectan los impuestos y prestaciones a los hogares residentes en España, agrupados según la edad de los hogares en 2019, se observa que, de media, los hogares cuyo sustentador tiene más de 65 años son beneficiarios netos. "Esto es, pagan menos impuestos que las prestaciones que reciben", especifican. Mientras, los que tienen una edad inferior son contribuyentes netos. "Por tramos de renta bruta, solo los hogares de mayores de 65 años ubicados en el 'top 1 por ciento' de la renta bruta son contribuyentes netos a la hacienda pública, mientras que, en el otro extremo de edad, los hogares con sustentador menor de 40 años solo son beneficiarios netos si se ubican en el primer quintil de renta bruta", aclaran.

Por tipos de hogar, aquellos en los que todos los perceptores de renta se han jubilado son beneficiarios netos de la intervención pública y también, en algunos casos, los hogares con hijos dependientes. El informe concluye que, aunque es un problema "que ha quedado fuera de este trabajo", la disminución de la tasa de natalidad y el aumento de la longevidad en España están afectando ya a los ingresos y los gastos públicos destacando, sobre todo, sanidad, dependencia y pensiones.