El
Gobierno de Italia ha tenido que salir a la palestra y mandar un mensaje de precaución a sus médicos después de que
Alberto Zangrillo, director del Hospital San Rafael de Milán, en Lombardía, la región más afectada en el país por la epidemia, asegurase que
"desde un punto de vista clínico, el virus ya no existe en Italia".
"Las muestras que se tomaron en los últimos 10 días presentan una carga viral en
términos cuantitativos que es infinitesimal comparada con las muestras tomadas hace un mes o dos", ha explicado en la televisión pública.
Desde el Ejecutivo insisten en que es bueno cantar victoria antes de tiempo tras las declaraciones de Zangrillo, quien
ha rebajado las probabilidades de que haya una segunda oleada cuando se recupere la normalidad ahora que Italia e dispone a levantar las medidas de confinamiento el
próximo día 3.
Si evidencias científicas
El departamento de Sanidad ha recordado que
falta evidencia científica que respalde las afirmaciones de Zangrillo y ha pedido a quienes se sientan tan seguros de algo no demostrado "que
no confundan a los italianos".
No es el primer médico italiano que sostiene que el virus pierde virulencia, pero puede deberse a cuestiones clínicas o a las medidas de distanciamiento, no a un cambio en la biología del patógeno. Una mejor preparación que hace que los pacientes lleguen antes (y por lo tanto, con su salud menos deteriorada) al hospital también podría explicar lo que están percibiendo algunos doctores italianos desde hace semanas.
Otro médico también del norte de Italia,
Matteo Bassetti, director de la unidad de enfermedades infecciosas en el hospital San Martino de Génova, también ha sostenido que "la fuerza que el virus tenía hace dos meses no es la misma que tiene ahora".
Que el coronavirus tienda a atenuarse para adaptarse a los humanos, un huevo huésped para él, es problable. Pero ese proceso, frecuente en todos los virus, es lento, no sucede en cuatro o cinco meses.
Los virus buscan tener la mayor difusión posible, pero si son muy letales apenas permiten a su huésped moverse y contagiar. Por eso suelen imponerse variedades más atenuadas, que hacen menos daño, pero logran infectar a más personas.
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