Ismael Sánchez. Córdoba.
No necesitamos tantos gerentes como médicos ni enfermeras pero tampoco deberíamos tener que rebuscar entre las piedras para encontrarlos. La verdad es que siempre ha sido una tarea difícil y aún lo sigue siendo, incluso para un Servicio del tamaño y el prestigio del
Servicio Andaluz de Salud (SAS), según ha reconocido su gerente,
José Manuel Aranda, en la inauguración del VII Encuentro Global de Directivos de la Salud. Para remediarlo, el organismo andaluz tiene la intención de aprovechar el caudal de talento que pasa por la
Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) e impulsar sinergias con
Sedisa. Porque, ya que necesitamos directivos, mejor que sean profesionales.
José Manuel Aranda, gerente del SAS.
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¿Y por qué es tan complicado disponer de (buenos) directivos en la sanidad pública? A juicio de Aranda, que ha sido gerente de hospital,
un primer problema es el salario. Dirigir un centro sanitario es altamente complejo, genera infinidad de problemas y el rendimiento económico que se obtiene como contrapartida no termina de compensar. A esto se añade el poco interés que al profesional sanitario le genera la gestión, que no tiene hueco en los estudios de grado y que sigue pareciendo un mundo demasiado lejano del hecho asistencial. El ejemplo de Aranda, que empezó a ser gerente con 27 años, es sencillamente impensable en la actualidad.
Con todo, el SAS no arroja la toalla y está dispuesto a cambiar esta situación, que seguramente es extensible al resto del Sistema Nacional de Salud (SNS). Para ello dispone de la EASP, un vivero de ingenio que desde 1985 es otro de los factores que hace de Andalucía un sistema sanitario de obligada referencia.
Su programa educativo presta especial atención a la gestión y la administración sanitaria y en sus alumnos seguro que se encuentran muchos de los gerentes del futuro más inmediato.
Eso sí,
nada de amiguismo en el proceso, ha advertido Aranda. Utilizando esta expresión tan conocida como peyorativa, recientemente rescatada por el gerente
Carlos Arenas en un artículo que debería ser de cabecera en las mesillas de noche de los políticos sanitarios, el gerente del SAS cree que, para la formación e incorporación de nuevos directivos, la colaboración con una sociedad científica como Sedisa les dará ese marchamo de profesionalidad, tan necesario como oculto en nuestro actual sistema. Con este reconocimiento como actor principal y colaborador necesario en el largo proceso de profesionalización directiva, por lo menos en Andalucía, Sedisa da un paso de gigante, como así ha reconocido su presidente,
Joaquín Estévez, en la que viene siendo su principal batalla política prácticamente desde su nacimiento como sociedad científica.
La apuesta del SAS por la profesionalización de sus directivos entronca directamente con la larga experiencia que viene mostrando en el uso de uno de los términos de moda, la
gestión clínica, algo que no es en absoluto nuevo en Andalucía. A estas alturas de película, Aranda no sale de su asombro con el contenido del real decreto sobre gestión clínica del Ministerio de Sanidad: "Si se aplica tal y como está ahora el articulado, a nosotros nos va a hacer retroceder varios años sobre lo que ya habíamos conseguido".
Es el precio de estar a la vanguardia en un tema cíciclo, que ahora ha vuelto al debate sanitario con fuerza, pero quizá no con la suficiente memoria para saber y reconocer que ya había experiencias en marcha muy interesantes, como las que está aplicando el SAS.
"No estamos de acuerdo con la voluntariedad que plantea el Ministerio", ha afirmado convencido Aranda, precisando que una cosa es la evolución (no podemos pasar de la noche a la mañana de un sistema sin gestión clínica a otro con) y otra el abrir la puerta a un doble modelo organizativo (el clásico y el nuevo) que el SAS no está dispuesto a tolerar.
Andalucía vuelve por tanto a marcar el paso en política sanitaria y será difícil seguir hablando de profesionalización de directivos y de gestión clínica sin observar atentamente lo que se hace en esta tierra.