Cada año miles de personas en nuestro país sufren un ictus, un accidente cerebrovascular que puede provocar lesiones a quien lo sufre. Aunque las secuelas psicológicas están presentes ante la sensación de impotencia de no poder moverse con normalidad, las secuelas físicas son las más importantes y frecuentes en este tipo de patologías.
Existen muchos tipos de secuelas que pueden variar tanto en su aparición como en su intensidad en función de la mayor o menor gravedad del ictus. Siempre podemos optar por
Residencias para ictus para que el familiar que lo haya sufrido pueda recuperarse poco a poco con el mejor trato y con
ejercicios de rehabilitación profesionales. Y es que a veces las obligaciones laborales y familiares hacen difícil cuidar a una persona que ha sufrido un ictus.
Pero, ¿cuáles son las secuelas más frecuentes de un ictus?
Algunas de las secuelas más frecuentes después del ictus son la pérdida de función motora, la ausencia parcial de movimientos voluntarios o una falta de coordinación entre el movimiento que se desea realizar y el movimiento que el afectado consigue realizar al final. Pero, quizás, la secuela motora más habitual es la
hemiparesia.
Es una dolencia en la que el paciente pierde buena parte de su fuerza y de su masa muscular, lo que hace que la persona se convierta en alguien dependiente de forma total o parcial y durante un tiempo determinado o para siempre. La
movilidad reducida es una de las consecuencias físicas más comunes del ictus.
El ictus compromete la movilidad de los pacientes y afecta de manera notable a su estado físico. Esto también provoca otra de las secuelas más frecuentes, como es el
aumento de la grasa corporal ante la falta de actividad física. Por ello resulta fundamental que las personas que han sufrido un ictus inicien en poco tiempo actividades de rehabilitación y recuperación de movimientos.
La rehabilitación, clave para la mejoría
Las numerosas secuelas físicas del ictus limitan enormemente la movilidad del paciente. Esto provoca un deterioro de las articulaciones, de la musculatura y también reduce la densidad mineral ósea. Un cúmulo de circunstancias que afectan de forma negativa al paciente y que dificulta su recuperación si no se realizan los ejercicios adecuados.
La rehabilitación tras el ictus puede ser fundamental para que la persona sea capaz de ir mejorando poco a poco hasta
recuperar (si es posible) buena parte de su independencia previa al ictus. Muchos afectados pierden la movilidad de un brazo, de una pierna, de ambas o incluso tienen dificultades para hablar por la parálisis muscular de algunas áreas del rostro. Por ello, la existencia de residencias especializadas en ictus juega un papel tan importante para su cuidado y recuperación.
El ictus es una de las enfermedades más comunes y afecta a hombres y mujeres. Cuanta mayor edad más probable es sufrir este tipo de accidentes cerebrovasculares, pero lo cierto es que pueden ocurrir a personas sanas y jóvenes también. Una enfermedad que cambia la vida de los pacientes y sus familias.
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