En la
Roma Imperial, las especias eran valiosas por su uso medicinal, por lo que eran protegidas. El emperador Domiciano ordenó construir los “Horrea Piperataria”, almacenes donde acumulaban las especias que luego se usaban en la
elaboración de fármacos y ungüentos. Ahora, un equipo de investigadores de Domenico Palombia
de la Universidad de La Sapienza de Roma, capitaneados por el profesor de Arqueología, se afanan en estudiar esta excavación romana, donde se ha encontrado la
'farmacia' de Galeno de Pérgamo, el médico más ilustre de la época.
Por el momento se ha excavado un edificio de planta rectangular, con un patio porticado y una bañera en medio, dividido en una serie de salas que servían como almacén, y se situaba en
pleno distrito médico, junto a la Vía Sacra del Foro, muy cerca del Coliseo.
El médico Galeno
Uno de los personajes que a buen seguro frecuentaron estos almacenes fue Galeno, señala EFE, es el
célebre médico griego que llegó a Roma a mediados del siglo II d.C. Se sabe que este médico, filósofo y teórico estuvo en este lugar, pues así lo reconoce él mismo en los numerosos documentos escritos que legó para la posteridad.
En estos textos hablaba de un
distrito dedicado a las ciencias médicas enclavado en los Foros romanos, a los pies de la colina del Palatino, donde se podía comprar toda clase de productos, materias primas e instrumental quirúrgico.
Este complejo contaba con una imponente biblioteca y en sus auditorios Galeno demostró sus dotes científicas con clases magistrales. Palombi insiste en que no se ha descubierto el laboratorio de Galeno, sino un lugar muy importante para el poder, por el
control que tenía sobre la medicina, que seguramente frecuentó y usó el famoso médico.
Un lugar de trabajo para 14 médicos
Por ello apunta que sí se puede considerar esta
botica pública romana como un lugar importante en el desempeño de su labor. Los médicos acudían a este complejo para obtener ingredientes para sus
pócimas curativas, o para estudiar sus propiedades, aunque siempre tenían prioridad los que servían a la familia imperial.
Sin embargo también recurrían a este almacén los catorce médicos públicos que atendían a los ciudadanos romanos en los distintos barrios, pagados por las arcas del Estado, e incluso el doctor específico que trataba a las vírgenes sacerdotisas de Vesta.
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