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Estos son los errores de higiene más comunes entre los sanitarios

El 79,7% de los fallos de protocolos se producen fuera de las habitaciones

En 9 meses se produjeron 280 faltas de seguridad.

30 jun 2018. 12.00H
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POR REDACCIÓN
El personal sanitario comete numerosos errores en el protocolo de prevención de contaminación de infecciones en su quehacer diario. Así lo refleja un estudio publicado por Medscape que señala que la falta de uso del equipo de protección personal y el incumplimiento de las precauciones de rutina para prevenir la transmisión de agentes infecciosos en los hospitales ocurren con frecuencia y son una posible fuente de contaminación.

El estudio se realizó durante 9 meses en 16 unidades médicas o quirúrgicas, cuatro unidades de cuidados intensivos de dos centros médicos, un centro médico académico universitario y el Veteran Affair Hospital, además de las Urgencias del centro médico universitario de Michigan, Estados Unidos. En este tiempo se llevaron a cabo 325 observaciones, el 79,7 por ciento fuera de las habitaciones y el 20,3 por ciento en el interior, de las que concluyeron con 280 faltas de seguridad. La mayoría de ellas -casi un 73 por ciento- suponían fallos con las precauciones de contacto y cada una tenía el potencial de autocontaminación directa o indirecta. 

Tocarse la cara con guantes, ajustarse las gafas, una bata desabrochada o utilizar el móvil, entre los errores cometidos


Los autores del estudio clasificaron los errores entre violaciones -que incluyen violaciones intencionadas de los procedimientos-, errores -sucedidos mientras se intenta seguir el procedimiento- y deslices, que suponen comportamientos automáticos. 

Entre las primeras se encuentra el acto de entrar a una habitación sin el equipo de protección o usando éste de manera inadecuada, como una bata desatada o un sanitario sin guantes, ya que aunque no tenga intención de tocar al paciente, puede acabar teniendo contacto con, por ejemplo, un botón de la cama. 

El estudio también observó conductas definidas como errores, más frecuentes cuando el personal intentaba quitarse el equipo de protección personal, por ejemplo, mientras sostiene un objeto como una carpeta, o haciéndolo en el orden equivocado -quitarse la protección ocular y una máscara mientras todavía mantiene los guantes puestos-. En este apartado también se incluyen actos como tener que utilizar una tarjeta para acceder a los ordenadores de la habitación o llevar el estetoscopio debajo de la bata, examinar al paciente y luego colocarlo alrededor del cuello. 

Deslices, de probable contaminación

Por último se encuentran los llamados 'deslices', que pese a que parezcan inocuos resultaron "altamente probables" de autocontaminación, según los datos recogidos. Entre ellos se encuentra tocarse la cara con guantes contaminados o ajustarse las gafas, además de secarse el sudor de la cara mientras se tienen los guantes puestos. Los sanitarios también eran propensos a utilizar sus dispositivos móviles -sacándolo del bolsillo, contestando y volviéndolo a guardar, algo que rompe con las precauciones de contacto-.

"Estas respuestas automáticas por lo general parecían ser acciones instintivas y no infracciones intencionales, pero había una gran posibilidad de transmisión. La amplia diversidad de factores contribuyentes en cada tipo de errores sugiere que algunas circunstancias pueden ser más modificables que otras, y que existe una variedad de estrategias -conductuales, organizacionales y ambientales- que pueden ser necesarias para reducir el riesgo de transmisión durante la atención hospitalaria de rutina", aseguran los autores del estudio. 

Cambios a futuro

A raíz del estudio algunos profesionales sanitarios han reconocido que el uso del equipo de protección en ocasiones se omite porque se considera que existe un bajo riesgo de contaminación. Para revertirlo, los epidemiólogos tienen como misión cambiar el modo de pensar para hacer más evidente el riesgo de contacto. 

Esto afecta a profesionales y a centros hospitalarios, que en ocasiones no dejan otra opción al sanitario que la de ponerse en riesgo de autocontaminación -no suele haber opción para, por ejemplo, dejar una carpeta fuera de la habitación o facilitar estetoscopios o paños desechables de fácil acceso en las habitaciones-, sentencia el artículo en Medscape

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