Los
hipocondriacos son pacientes complejos que “siempre” buscan causas a unas enfermedades que, en muchos casos, no albergan en su organismo. Esto hace que tiendan a
consultar en exceso y a pedir continuamente
pruebas médicas a los facultativos para descartar unas posibles patologías que creen tener tras haberlas
leído en lugares como internet. Por esta razón, es necesario que los especialistas tengan
trucos y planes guardados bajo la manga para atajar de la manera
más correcta la atención de estas personas
De esta forma, la coordinadora del grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (Semergen),
Verónica Olmo, ha reconocido a
Redacción Médica que lo primero que hace en una consulta con este tipo de pacientes que vienen con ideas cogidas de internet es
rebatir el diagnóstico ofrecido por
“el doctor Google”.
“Yo les digo que el doctor Google no tiene los suficientes años de experiencia ni de estudios que tienen los médicos y que no se fíen de eso porque muchas veces acaban con más preocupaciones que con sus dudas resultas”, ha explicado.
Entre los trucos utilizados para estos pacientes destaca la importancia de que tengan “la puerta abierta” para consultar cuando lo necesiten y que no se lleven la impresión de que
los médicos no ven a los hipocondriacos como unos “pelmazos”. “Que, en general, esta sensación es la que se puede transmitir erróneamente cuando un paciente consulta constantemente sintomatologías que no tienen un origen orgánico”, ha detallado.+
Cuando los pacientes ya tienen asentados que no son un “impedimento”, es importante
trasmitirles comprensión y que se vean entendidos. “Tienen que darse cuenta de que estás escuchándolos desde un punto de vista muy empático. La escucha activa es fundamental”, ha reconocido.
Repasar en consulta su lista de preocupaciones
Otro de los trucos que tiene más resultados para Olmo es citarles
cada poco tiempo, “una vez al mes aproximadamente”, para que los pacientes traigan “su lista de preocupaciones” e ir
valorándolas una por una para ver si realmente lo que les preocupa puede ser un hecho físico real, o son solo “distorsiones” en su pensamiento.
También, algo que utiliza frecuentemente es "
ser muy clara" con las pruebas complementarias que se van a realizar para llegar al diagnóstico. “Las pruebas no son infinitas ni todas son capaces de diagnosticar lo que ellos quieren. Hay en ocasiones que me piden, por ejemplo, hacer un Tac, cuando no hay una sospecha diagnóstica para hacerlo”, ha indicado.
Por lo tanto, para Olmo, es importante que se vaya “desmontando” todas las ideas clínicas que ellos comienzan a general alrededor de un hecho, de una preocupación y
darles un sentido más racional y científico.
Evitan que piensen que quieres "escaquearte"
Estos trucos son similares a los que utiliza el vicepresidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (Semg),
Manuel Mozota, quien también ha resaltado la importancia de que no crean “que no quieres verlos” ni “escaquearte”.
“Si el paciente nota eso, no le vas a tranquilizar. Además, ellos suelen tener confianza con sus médicos de cabecera y no suelen aceptar cuando hay cambios de especialistas porque dudan de si les va a dar una solución”, ha explicado.
Uno de los trucos que más utiliza Mozota es
evitar que sea ellos los que pidan las citas, sino adelantarse y dárselas él mismo. Con ello, pretende
evitar la angustia de los que son “muy obsesivos” y quieren asistir todos los días a la consulta.
También, ha resaltado la importancia de hacerles un
‘planning’ y marcarles las fechas donde tiene que hacerse
esa analítica que tanto esperan. “Estas personas esperan ese momento como agua de mayo. Si no les dices exactamente cuándo va a ser, te van a pedir una analítica en cada una de las consultas a las que asistan”, ha afirmado.
Dar a estos pacientes la suficiente confianza para evitar pruebas complementarias que puedan ponerles en un riesgo innecesario
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Al igual que Olmo, Mozota ha insistido en la importancia de escuchar al paciente y de darle confianza porque es “fundamental” para evitar pruebas complementarias que puedan ponerle en un riesgo innecesario, como los
efectos secundarios en algunas pruebas.
Entre los ejemplos más curiosos a los que ha asistido el facultativo, este ha resaltado el caso de una mujer hipocondriaca que vivía en un
caserío y que había que ir “constantemente” a verla. Cuando el especialista llegaba, esta le “acribillaba” a preguntas tanto suyas como de su madre sobre alimentación, ruidos en el estómago o cualquier otro problema. “Las consultas eran largas y frecuentes”, ha subrayado.
Para solucionar este tema, este especialista la fue citando cada semana, después cada dos semanas y, por último, cada mes hasta que se fue tranquilizando.
Para concluir, Mozota ha afirmado que, pese a que los pacientes hipocondriacos
no siempre tienen las patologías que creen sufrir, son también personas que
albergan enfermedades reales. Por lo tanto, si al final este paciente asiste muchas veces a consulta, “alguna vez si que tendrá algo”, por lo que es importante
tenerlo en consideración.
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