El Papa Francisco, durante la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha vinculado el auge de la eutanasia con la propensión a valorar la vida solo en función de la productividad y las tendencias neoagnósticas basadas en el individualismo. Ha añadido, además, que la secularización también tiene relación con el aumento de las peticiones en la sociedad de una muerte asistida. "Esto ha llevado también a considerar la voluntaria interrupción de la existencia humana como una elección de 'civilización'", ha subrayado.
El Pontífice, que también ha defendido que la vida es sagrada, ha lamentado que "el hombre de hoy no sabe quién es, por lo que le cuesta reconocer cómo actuar bien". "Es claro que allá donde la vida vale no por su dignidad, sino por su eficiencia y por su productividad, todo eso se convierte en posible", ha determinado. Por ello, ha reiterado su defensa de la "dignidad intangible" de "la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural".
Asimismo, ha señalado que a la “mentalidad contemporánea le cuesta afrontar el dolor, el sufrimiento, el sentido de la vida y de la muerte”. Por ello, ha señalado que "sin una esperanza de confianza que le ayude a afrontar también el dolor y la muerte", el hombre no logra vivir bien y conservar una "perspectiva confiable ante su futuro".
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