Redacción / Imagen: Miguel Fernández de Vega. Madrid / Vitoria
La crónica de la dimisión anunciada de Arantza Quiroga que se ha cristalizado este miércoles abre un gran interrogante en el Ministerio de Sanidad: ¿Necesita el Partido Popular del carisma de Alfonso Alonso para ‘reconstruir’ la formación en el País Vasco?
La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro Alfonso Alonso, en un acto celebrado esta semana en Madrid.
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Hace dos años, en mayo de 2013, la corriente impulsada desde la madrileña calle de Génova por la entonces todopoderosa María Dolores de Cospedal lograba situar a Quiroga al frente del PP vasco, ganando su particular batalla al ala que promovía Alfonso Alonso, y apartando a Iñaki Oyarzábal de la secretaría general.
Ahora, retorcido el brazo de Quiroga tendido a los abertzales, el PP vasco afronta una nueva etapa. Cospedal ya no tiene el poder de antaño en la sede nacional ‘popular’, y Soraya Sáenz de Santamaría va a jugar un papel clave en la ‘reconstrucción’ del partido en esta autonomía. Y ya se sabe que la principal valedora de Alonso, la que convenció a Rajoy para darle la cartera de Sanidad, fue la vicepresidenta del Gobierno. En las últimas semanas (un poco antes de que Rajoy confirmase que el 20-D serán las generales), y una vez resueltas crisis como la de la hepatitis C, la asistencia a los ‘sin papeles’ y la de la vacuna de la varicela, parece como si Alonso hubiera delegado el mando ministerial en su equipo, y hubiera adoptado un rol más electoral. Más viajes, más mensajes sociales, sin dejar de hacer patente su peso político en el País Vasco.
Ahora llega un momento crucial para el PP. Las elecciones vascas serán en 2016 y hay que formar un nuevo equipo y redirigir la estrategia tras el tropezón de Quiroga. Alonso sigue teniendo cartel allí tras su exitosa etapa como alcalde de Vitoria y su influencia está renovada tras la dimisión de este miércoles. Ahora solo queda saber si el PP vasco no le queda pequeño a un político que ya ha desempeñado con solvencia dos cargos nacionales. Los comicios del 20 de diciembre tendrán mucho que decir en su futuro, si los acontecimientos no se precipitan antes.