Las
finanzas autonómicas en estos últimos 19 años se han visto sacudidas por varios acontecimientos. A nivel sanitario,
la pandemia del Covid-19 y los gastos extraordinarios asociados tuvieron una gran repercusión en las cuentas y así lo ha expuesto la
Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en su último estudio, donde analiza la evolución de las finanzas regionales desde 2003 hasta el presente con especial atención al ejercicio 2022, para el que se han publicado recientemente datos preliminares. Concretamente, el año pasado estuvo marcado por un aumento del déficit autonómico, por la
devolución de las entregas de 2020 por el covid.
La fecha escogida para analizar no es al azar, ya que en 2003 fue el primer año en el que todas las comunidades autónomas fueron
responsables de la gestión de la sanidad durante el ejercicio completo. De manera general, si se observan las series de gasto e ingreso autonómico revela un fuerte
incremento del gasto entre 2003 y 2009 y esto, tal y como indican, se traduce en "un rápido deterioro de la situación financiera de las comunidades autónomas una vez los ingresos dejan de crecer con el inicio de la Gran Recesión y especialmente en 2010 y 2011, que es cuando
la caída de ingresos llega con toda su fuerza a las cuentas autonómicas en Contabilidad Nacional". De hecho, hay un déficit máximo del
5,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2011.
Sin embargo, en 2011 y 2013 se experimenta una
mejora significativa de los saldos presupuestarios regionales, consecuencia del recorte de gasto y la estabilización de los ingresos. Los años siguientes reina el estancamiento y las CCAA "incumplen con claridad" sus
objetivos de estabilidad presupuestaria; aunque entre 2016 y 2018 se reduce el déficit presupuestario y las comunidades cerraron 2018 con un el 0,23 por ciento del PIB: "Cumpliendo así holgadamente su objetivo de déficit presupuestario (del 0,4 por ciento) por
segunda vez consecutiva desde el inicio de la crisis".
La inflación prevista era más baja
Hasta que
llegó el Covid-19 en 2020 y todo cambió, afectando tanto a las cuentas de ese año como del siguiente. En este periodo hubo un
aumento de las necesidades de gasto para hacer frente a la pandemia y una fuerte caída de los ingresos tributarios durante el primero de estos ejercicios. "El Gobierno central optó por absorber en primera instancia el grueso de ambos shocks, manteniendo unas entregas a cuenta calculadas con previsiones anteriores a la crisis y
aportando recursos adicionales a las autonomías mediante transferencias extraordinarias no retornables fuera del sistema de financiación ordinario", explica Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea.
De esa manera
se redujo el déficit presupuestario de las CCAA aunque aumentó el del Estado. Los últimos datos, los correspondientes a 2022, reflejan un aumento del déficit autonómico por el impacto, entre otros factores, de la Guerra de Ucrania, pero también por la
devolución de parte de las entregas a cuenta de 2020, que se calcularon con una previsión de inflación muy inferior a la generada a posteriori por el inicio del conflicto bélico.
"Según la información recopilada por el Ministerio de Hacienda, los gastos autonómicos extraordinarios generados por la pandemia ascendieron a
13.951 millones de euros en 2020 (de los que 977 millones serían inversiones reales en sanidad) y a
19.051 millones en 2021 (incluyendo 235 millones en inversión real sanitaria)", concretan.
En definitiva, para De la Fuente lo preocupante es el comportamiento de los gastos e ingresos subyacentes, que por el momento "no muestran señales de
querer volver a sus niveles prepandemia a pesar de la rápida recuperación del PIB tras la fuerte caída de 2020".
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