"Cuando el ambiente está crispado por esperas o nervios, hay gente que
recurre al típico insulto de 'maricón'", ha compartido Jairo Cabero, enfermero en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) desde 15 años en Valladolid. Su compañero de profesión Manuel Benjumea, trabajador del Hospital Universitario Virgen de la Victoria (Málaga), no ha sido víctima de palabras hirientes, pero sí que las ha presenciado. "Hace unos años gritaron 'marica' a un compañero. Hubo denuncia, juicio y castigo", ha relatado. Esta misma palabra rebotó en los pasillos del Hospital Universitari Son Espases (Palma de Mallorca). "A veces, cuando los pacientes ven que el médico no les responde, la tensión acumulada por la ansiedad que provoca la enfermedad deriva en estas respuestas", ha señalado el técnico de Enfermería del centro balear, Juan María Pérez.
La
enfermera de emergencias en helicópteros medicalizados, Isabel Bueno, no ha sufrido ninguna agresión directamente. Sin embargo, al igual que el resto de sanitarios, conoce casos que si las han padecido. "He visto discriminaciones, y violencia a colectivos LGTBIQ+ dentro y fuera de un hospital, y lo más preocupante es que a veces estas conductas están normalizadas", ha reconocido, quien denuncia que las víctimas "en muchas ocasiones tienen
nulo apoyo por parte de las Administraciones".
"Nadie tiene derecho a ofender a nadie", ha manifestado Pérez
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Los sanitarios del colectivo LGTBIQ+ consultados por
Redacción Médica han señalado que se trata de
casos aislados y suelen provenir de pacientes y no de compañeros de labor. La legislación española apunta que cualquier daño producido contra la persona o sus propiedades por su orientación sexual o identidad de género se considerará delito de odio, lo que puede acarrear
hasta cuatro años de prisión. "Evidentemente, nadie tiene derecho a ofender. El respeto va por delante de todo", ha agregado.
Ser víctima de una agresión
acarrea lesiones psíquicas y emocionales, más allá de heridas físicas en determinados casos. Precisamente, el psicólogo y sexólogo José Alberto Medina -conocido en Instagram como sex_esteem- decidió tiempo atrás dejar de atender a pacientes machistas y homófobos, a los que comenta antes de empezar la consulta sus valores y condición sexual por si suponen un problema para ellos. "El problema no es mi orientación, es tu homofobia. Por 60 euros menos no voy a a agachar la cabeza como si volviera al patio del recreo", ha señalado el empleado del Centro de Psicología de Málaga.
Cambios en la atención al colectivo LGTBI
La
atención a los pacientes pertenecientes al colectivo LGTBIQ+
ha evolucionado, amparada en el avance de la ciencia, la tecnología y de la propia sociedad. Cabero ha remarcado que el estigma sobre afectados por EL VIH -virus con alta incidencia en miembros, especialmente hombres, de este segmento de la población- se ha reducido y no tantos sanitarios "tienen miedo" a tratar con alguno de ellos, aunque ha admitido que "todavía hay quien" tiene cierto temor. Por otro lado, las comunidades autónomas cuentan con hojas de ruta para prestar un mejor servicio a este grupo de la ciudadanía, lo que se traduce en actuaciones específicas. Por ejemplo, Benjumea ha indicado que el Hospital Universitario Virgen de la Victoria cuenta con consultas de Salud Mental para participantes en Chem Sex o programas relacionados con la dispensación y control de profilaxis preexposición (PReP) -medicamento usado para el VIH-.
Para Bueno es clave
el cambio de mentalidad que se ha percibido en el personal de la infraestructura clínica, aunque también debe notarse en la sociedad en general. "La asistencia a pacientes LGTBIQ+ refleja una mayor concienciación y sensibilidad hacia sus necesidades específicas. Existen guías y protocolos incluidos por organizaciones sanitarias e investigación sobre la salud LGTBI, pero que aún necesitan más énfasis. La actitud y el respeto en la atención son fundamentales para promocionar un entorno seguro y acogedor", ha explicado.
"Existen guías, protocolos e investigación, pero aún se necesita un mayor énfasis", ha argumentado Bueno
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Esta mayor conciencia ha modificado la forma en la que psicólogos,
médicos o enfermeras se acercan a aquellos miembros del colectivo que se sientan en las consultas. Entre los principales, el
vocabulario y expresiones empleadas, pero también el hecho de tener en cuanta un mayor arco de variables que pueden afectar a una persona LGTBIQ+ y condicionar su estado de salud. "No se debe preguntar '¿tienes novio? a una mujer y '¿tienes novia?'. Ahora se dice 'pareja'", ha ejemplificado Medina, quien valora matices en sus sesiones como la probabilidad de maltrato en la adolescencia debido a la homofobia o el hecho de tener que ocultar las preferencias sexuales.
Una serie de actuaciones que se encuentran al amparo de los
Códigos Deontológicos de las distintas profesiones sanitarias. Así, las plantillas deberán atender de la misma manera a cualquier persona independientemente de su orientación o condición sexual. De esta forma se especifica en los documentos de Medicina, Enfermería y Fisioterapia. No sucede en el caso de Farmacia y Psicología, en el que se engloba esta distinción bajo el vocablo 'diferente'.
Falta de formación
A pesar de los avances, la mayoría de sanitarios contactados han resaltado que
no se manejan los conocimientos suficientes para atender a personas LGTBIQ+. "No tenemos
la formación completa para ayudar al colectivo", ha afirmado Samuel -ha preferido no dar su apellido-, supervisor de Medicina Interna y facultativo desde hace 12 años. Motivo por el que reclaman el establecimiento de cursos y talleres sobre el colectivo, con la misión de aprender técnicas para llevar a cabo una asistencia de mayor calidad. "Lo que se estudia viene marcado por hombres cisheteronormativos, por lo que hay una escasez importante de contenidos teóricos que poder contemplar en la práctica clínica en materia de diversidad sexual", ha lamentado Medina, quien considera que esta carencia afecta también a otros segmentos de la sociedad.
Aisaac Domínguez, técnico de Enfermería trans del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), ha apoyado el establecimiento de
talleres en las instituciones sanitaria para favorecer la comprensión de los pacientes. "El no saber cómo tratar a una persona puede generar distancia e impedir que las personas se entiendan", ha destacado. Para Pérez, este tipo de
sesiones formativas tendrían que ser obligatorias para el personal de hospitales y centros de salud. "Yo tomé un curso de 100 horas y se me quedó corto. Sin duda, habría que impulsar estas iniciativas que ayudan a conocer las distintas identidades de género que existen en la actualidad", ha admitido el sanitario, quien también es delegado del Sindicato de Técnicos de Enfermería (SAE) en Son Espases. Concuerda con Bueno, quien asegura que
"más del 70 por ciento del colectivo sanitario nunca ha realizado una formación relacionada con pacientes LGTBIQ+"
"Hay una escasez importante de contenidos en materia de diversidad sexual", ha admitido Medina
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La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y Más (Felgtbi+) reivindica la necesidad de incrementar
las acciones de prevención e información sobre enfermedades de transmisión sexual y la lucha contra el estigma al colectivo en el ámbito sanitario. "De nada me vale las técnicas y las aptitudes si la actitud o la
mentalidad flexible e inclusiva brillan por su ausencia", ha comentado Medina. Además, denuncian la lentitud en los tratamientos de hormonación para el
cambio de sexo o la escasez de profesionales con preparación suficiente. En este supuesto, el Consejo General de Enfermería (CGE) apuesta por la potenciación de las enfermeras escolares y de Atención Primaria para paliar la discriminación en las aulas. "Cada día caen muros que se habían levantado y se levantan otros ya derrumbados. Ante todo, no dar ni un paso atrás y menos en todo lo conseguido", ha concluido Benjumea.
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