La inmunidad generada por una vacuna no solo está condicionada por las cualidades del fármaco o por el número de dosis necesarias para completar la pauta, sino que la
zona del cuerpo humano en la que se aplica el pinchazo también juega un papel en la protección. Un estudio publicado en
Estados Unidos ha puesto el foco en la importancia de aplicar las inyecciones de refuerzo siempre en el mismo punto del cuerpo para mejorar la respuesta del organismo.
La investigación publicada en la revista científica
Science Inmunology ha analizado la inmunización que han alcanzado dos grupos de ratones después de haber recibido una dosis de recuerdo. Mientras que a los primeros se les administró la inyección
en la misma pata que la primera dosis (ispilateral), a los segundos se optó por utilizar
la extremidad opuesta (contraleteral).
Los resultados han establecido que tanto la magnitud como la
cr
eación de anticuerpos fueron “similares” para los dos grupos. Sin embargo, sí que se observó que la respuesta fue de
“mejor calidad” en aquellos que repitieron con la misma pata. Según sus autores, presentaron una “mayor avidez por el antígeno, frecuencias de mutación de inmunoglobulina más altas y
una mayor recuperación de células B de memoria”.
Este descubrimiento ha abierto la puerta a empezar a tener en cuenta en qué brazo se administran las vacunas en grandes campañas de inmunización como
las de la gripe o el Covid-19 que implican la administración de varias dosis a lo largo del tiempo para cada uno de los individuos.
“La ubicación de la inmunización de refuerzo debe considerarse en las estrategias de vacunación”, han concluido los expertos que han participado en el estudio.
Las células B de memoria también actuan localmente
La investigación ha determinado que las
células B de memoria, unas de las encargadas de proteger a nuestro cuerpo de futuras infecciones, son capaces de provocar una inmunización a largo plazo no solo de manera sistemática, sino
también actuando localmente. Un fenómeno que despierta la importancia de tener en cuenta en qué brazo se administra cada dosis para tratar de forzar la mejor respuesta posible.
“La evidencia ha sugerido que l
a memoria de las células B locales contribuye a las respuestas plasmocíticas locales tempranas después de la segunda inyección”, han apuntado los científicos del departamento de Inmunología de la
Universidad de Duke (Carolina del Norte) que han coordinado la investigación, con las aportaciones de otros especialistas del
Laboratoro de Medicina Molecular de Harvard.
“Nuestros resultados sugieren que la memoria de las células B locales se retiene en forma de células B de memoria, células B GC y células B de fenotipo GC que son independientes de las estructuras organizadas de GC y que estas 'células
B preparadas' persistentes contribuyen a recordar las respuestas de GC a nivel local”, han subrayado en su estudio.
Lo que los autores no han podido determinar es si la elección de un brazo u otro juega algún papel en la participación de las células B de memoria en los centros germinales de recuperación. Una función que es “esencial para actualizar
sus receptores de antígenos (BCR)”.
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