Una investigación revela que
tres de cada cuatro mujeres encuestadas del ámbito sanitario y académico ha sufrido acoso sexual. El estudio científico, que se ha publicado este viernes en la revista The Lancet Regional Health - Europe y al que ha tenido acceso en primicia
Redacción Médica, revela que
el 73,6 por ciento de las encuestadas informaron haber sufrido acoso sexual y el 28,7 por ciento alguna forma de abuso.
Las consecuencias de tales abusos van más allá del daño inmediato y es que
el 34,5 por ciento de las víctimas informan de efectos psicológicos duraderos, entre los cuales disgusto, miedo, ira, vergüenza, ansiedad, depresión, trauma y diversos problemas de salud mental. La investigación ha sido coordinada por la responsable del Grupo de Investigación en Cuidados de salud del IRBLleida y profesora de la Universitat de Lleida,
Montserrat Gea Sánchez, y por la catedrática en Imperial College, en el Reino Unido,
Helena Legido-Quigley, en colaboración con Women in Global Health Spain.
La recogida de testimonios se inició a través de las redes sociales, mediante una encuesta, el pasado 29 de agosto, tras el
beso no consentido a Jenni Hermoso para averiguar si incidentes como el producido en el ámbito deportivo estaban también
presentes en los sectores sanitarios y académicos. El proceso de recopilación de respuestas finalizó el 11 de septiembre y
se contabilizaron 345 historias personales, arrojando luz sobre este grave problema generalizado de sexismo y acoso sexual, afectando particularmente a las mujeres vulnerables en posiciones precarias.
El acoso sexual experimentado por las participantes en el estudio adopta muchas formas. El abuso verbal que consiste en
comentarios inapropiados, ofensivos y humillantes es el tipo más frecuente, representando el 53 por ciento.
Los abusos físicos, como tocamientos, manoseos, besos y abrazos inoportunos, también son frecuentes (44,9 por ciento),
sobre todo en el sector sanitario. Las insinuaciones sexuales no deseadas y la petición de favores sexuales se dan en el 6,4 por ciento de los casos, incluido el acoso quid pro quo. El ciberacoso y los memes sexuales son menos frecuentes, con un 3,8 por ciento. Además, varios testimonios describieron
experiencias de acoso hostil u ofensivo perpetrado por compañeros y colegas en centros de trabajo sanitarios y académicos,
concretamente en el 47,5 por ciento de las experiencias compartidas.
Recomendaciones a las instituciones sanitarias
"
Agradecemos sinceramente cada historia compartida. Estas mujeres, valientes al romper su silencio, son la fuerza motriz detrás del cambio urgente que necesitamos en la academia y en nuestro sistema de salud.
Proponemos medidas concretas, como impulsar liderazgos transformadores, implementar políticas integrales de prevención, desafiar la normalización del acoso y evaluar con indicadores medibles.
Buscamos erradicar el abuso de poder y sexual, estableciendo un ambiente seguro, respetuoso y propicio para el bienestar de todas las personas", ha apuntado Legido-Quigley.
El estudio propone una serie de recomendaciones para dar respuesta a estos hallazgos e instar sobre todo a los responsables máximos de instituciones sanitarias y de universidades a
abordar seriamente la desigualdad de género y el respeto a los derechos humanos, reconociendo que el acoso sexual está profundamente conectado con
derechos como igualdad y la justicia social.
Las recomendaciones son:
promover el equilibrio de género y la diversidad en los roles de liderazgo; implementar políticas integrales de prevención más allá de los protocolos de igualdad; desafiar la normalización a través de sensibilización, campañas y capacitación dinámica;
integrar la información del protocolo de acoso en los procesos de incorporación;
desarrollar definiciones claras de acoso sexual y abuso de poder; incorporar prácticas de monitoreo, evaluación periódica y aprendizaje;
promover un enfoque centrado en las víctimas sobrevivientes y estrategia de tolerancia cero.
"A la luz de la información compartida por las participantes queda claro que
las formas de abuso hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres continúan normalizadas. Es nuestra obligación y especialmente de las mujeres que tenemos una posición estable,
no permitir que estos patrones se continúen reproduciendo entre generaciones. Es imprescindible que la aplicación de la legislación vigente sea real y los gobiernos e instituciones apliquen una
política de tolerancia cero hacia el abuso y el acoso sexual mediante las recomendaciones que proponemos", ha matizado Géa Sánchez.
"El estudio, a la vez, forma parte de un
proceso de reparación de las víctimas. Algunas no han hablado de ello o sintieron que no fueron escuchadas. Otorgar voz propia y consideración a su testimonio es una muestra de cómo la ciencia puede y debe contribuir a desvelar desigualdades y discriminaciones de los derechos de las mujeres, en la búsqueda de soluciones efectivas. Este análisis, además, realiza una aportación fundamental en la demostración de que el impacto de la violencia hacia las mujeres no es solo cuando el hecho se produce, sino que se sostiene en el tiempo y que en muchas ocasiones no tiene una respuesta adecuada del sistema público o privado. Ante esa violencia institucional se hace una
llamada para una implicación comprometida de cualquier agente social para atender a las víctimas correctamente y sin complicidad con el agresor", ha señalado la investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya y periodista especializada en violencia de género,
Ana Bernal Triviño.
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