El cambio de paradigma social, con una población cuya
esperanza de vida es cada vez más alta, conlleva que, desde hace tiempo, no sean pocas las voces que abogan por que esa transformación vaya acompañada de otra en lo que a la asistencia sanitaria se refiere bajo el concepto
atención personalizada o centrada en el paciente. O lo que es lo mismo: hacia los cuidados globales a través de equipos multidisciplinares. En un informe del pasado octubre, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) ya recomienda directamente a España que su sistema sanitario avance hacia la llamada
Atención Integrada Territorial, un modelo que, en nuestro país, cuenta con dos firmes defensores:
Sumar, que ocupa el Ministerio de Sanidad con Mónica García al frente, y la
Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa).
“La parte social tiene que tener un peso cada vez más importante en cuanto al cuidado del paciente. Las personas son más mayores y, a consecuencia de ello, tienen más
enfermedades crónicas, lo cual requiere unos cuidados más complejos, con una coordinación efectiva entre dispositivos sanitarios y sociales, centrados en la Atención Primaria y Comunitaria”, analiza
Rafael Cofiño, portavoz de
Sumar en la
Comisión de Sanidad del Congreso.
Es en ese contexto en el que la
OMS defiende el modelo de Atención Integrada que aúne no sólo a los agentes puramente sanitarios, sino a los sociales que forman
parte directa del entorno de los pacientes y también a los de otras disciplinas, como la tecnológica, tanto en lo que se refiere a profesionales como a entidades e instituciones que participan de ello.
“La gestión integral de procesos busca mejorar la calidad y la eficiencia de la atención sanitaria. En ese modelo, la coordinación asistencial son pilares claves porque implica una continuidad en las relaciones de los diferentes profesionales con el paciente y entre estos mismos profesionales entre sí”, defiende
Patricia Alonso Fernández, miembro de la junta directiva de
Sedisa, amén de médico adjunto del servicio de Admisión del Hospital Clínico San Carlos.
Alonso destaca que ese modelo es el que facilita el necesario desarrollo de
equipos multidisciplinares, a través de los cuales se disminuye “la variabilidad en una práctica clínica cada vez más compleja y especializada” y se garantiza la continuidad asistencial “mediante la colaboración de todos los profesionales involucrados en el cuidado del paciente”.
Excesiva fragmentación de la atención sanitaria
La facultativa recuerda que, desde el punto de vista de la Ordenación Sanitaria Territorial, la
Ley General de Sanidad de 1986 ya otorga la competencia a las comunidades autónomas para ordenar sus propios sistemas en torno a diversas
Áreas de Salud, un concepto que, a lo largo del tiempo, se ido adaptando a “las diferentes formas de organizar la atención sanitaria, tanto en su nomenclatura como en su dimensionamiento”, aunque “sin perder el objetivo de proporcionar una atención de salud continuada”.
Sin embargo, lamenta que el modelo predominante en la actualidad, que separa la atención hospitalaria, “con sus
especialidades fragmentadas”, y la Atención Primaria, “con su escasa incorporación orgánica en el hospital”, supone una piedra en el camino hacia la “necesidad de continuidad asistencial y sus planteamientos interdisciplinares y multidisciplinares”.
“A veces un recurso depende del Ayuntamiento, otro de la Consejería de Derechos Sociales, otro de la de Sanidad… y hay que buscar un modelo mucho más organizado y que sea más eficiente”, añade Cofiño.
Por ello, para Alonso lo ideal es “que existiese una convivencia entre dispositivos asistenciales sencillos dirigidos hacia la base amplia de población sana y otros más complejos, donde la continuidad asistencial es clave, para los pacientes no diagnosticados, los enfermos crónicos moderados y los crónicos complejos”. Con ello se conseguiría una
atención “continua y fluida”, reducir la duplicación de pruebas y tratamientos, mejorar el seguimiento de los pacientes y la calidad de la atención, incrementar la satisfacción de usuarios y profesionales sanitarios, y “minimizar las inequidades”, según la componente de la junta directiva de Sedisa.
¿Cómo se articularía la Atención Integrada Territorial?
Pero el quid de la cuestión es cómo se puede llevar a la práctica ese modelo teniendo en cuenta la especial idiosincrasia de división autonómica del
Sistema Nacional de Salud (SNS). Según Cofiño, es posible que el
Ministerio de Sanidad, lejos de ‘ordenar’ e invadir competencias, sí que ‘guíe’ a las regiones en este sentido, una idea que se halla en sintonía con su propuesta de reconfiguración del SNS a través de una
Ley de Sanidad Federal.
“Los ministerios, aparte de que puedan tener normativas y proponer leyes, cuentan con programas y acuerdos. Por ejemplo, toda la estrategia de Atención Primaria se basa en un marco lanzado desde Sanidad, aunque haya sistemas propiamente autonómicos. Se pueden hacer cosas,
puede haber ciertas orientaciones”, aclara el portavoz sanitario de Sumar en el Congreso, que añade: “La OMS ya está trabajando un poco en este sentido. No es nada marciano, porque no deja de consistir en hacer cosas que ya se planteaban al inicio de los ochenta en la Atención Primaria”.
Eso sí, Cofiño advierte de que, en cualquier caso, la Atención Integrada
“requiere una gestión muy local”. “No es lo mismo coordinar un barrio de una ciudad grande que una zona más rural, donde los recursos son diferentes”, dice.
El
pacto de Gobierno firmado entre el PSOE y Sumar en octubre, antes de la
investidura de Pedro Sánchez, recoge, es menester recordarlo, el compromiso de impulsar un plan de choque para
reforzar la Atención Primaria, dentro del cual podría tener cabida esta propuesta. Esa es, de hecho, una de las grandes banderas que ha enarbolado la
ministra de Sanidad,
Mónica García, desde su llegada al cargo.
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