Nuria Martín Sanz. Madrid
Un nuevo estudio elaborado por un equipo de investigadores de las Universidades de Harvard y Darmouth (Estados Unidos), liderado por Charles Harding, analista de datos de Seattle, y publicado en
Archives of Internal Medicine, ha concluido que no está claro que la detección precoz del cáncer de mama a través de las mamografías reduzca el número de muertes. Un informe que ha reabierto el debate sobre la utilidad de este método de cribado según la edad, entre otros puntos.
Antonio Llombart, portavoz de SEOM y jefe de Servicio de Oncología Médica en el Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Valencia, y Emilio Alba, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga.
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Y es que en Estados Unidos el cribado comienza a los 40 años, y de ahí en adelante, mientras que en el caso de España el protocolo recomendado está entre los 50 y los 65 años, cuando se les hace esta prueba cada año y medio o dos años. En cualquier caso, éste depende de las comunidades, de modo que algunas empiezan antes o terminan después, e incluso hay casos concretos, por antecedentes familiares, en los que el seguimiento se inicia en edades más tempranas.
Algo con lo que no está de acuerdo el jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, Emilio Alba, que fue presidente de SEOM entre 2009 y 2013. Éste señala tajante a Redacción Médica que “no hay ningún estudio que demuestre que una mamografía entre los 40 y los 50 años se asocie a una disminución de la mortalidad”. Es más, añade que “en una mujer con 40 años y riesgo familiar una mamografía puede no servir para nada y habría que intentar otras técnicas”.
Alba afirma que el hecho de que el cribado en Estados Unidos sea a partir de los 40 años “no es por cuestiones científicas, sino por los grupos de presión relacionados con entidades como las asociaciones de mujeres”. Y opina lo mismo en los casos en que se da en España. El problema, argumenta, es que “la mamografía en mujeres jóvenes tiene poca sensibilidad, porque son mamas muy densas y no se pueden captar muchos tumores, sobre todo si son pequeños”.
En este punto, Emilio Alba apunta que “a lo que se tiende de cara al futuro es a segmentar y personalizar el diagnóstico en función de las características del paciente”. Así, considera que una mujer con 65 años, con una mamografía cada dos años le va bien. Por su parte, “en los casos de antecedentes familiares habría que usar otras técnicas como la resonancia, sobre todo con riesgo de cáncer familiar”.
Coincide en esto el portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y jefe de Servicio de esta especialidad en el Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Valencia, Antonio Llombart, al decir que “en los casos de mujeres portadoras de mutación creemos que la mejor técnica es una resonancia en lugar de la mamografía”. Pero matiza que sólo para estos casos, pues “es imposible ponerlo a nivel poblacional, primero porque las mujeres no se dejarían pero además porque el coste sería infinito”.
Sobre el estudio, “hay que analizar el beneficio indirecto de la mamografía”
Volviendo al estudio elaborado en Estados Unidos, Llombart dice que “hay que saber interpretar los datos y conocer su orientación”. Por ejemplo, “en el análisis de factores de supervivencia lo primero que te sale es que el cáncer de mama en esta población no es la primera causa de muerte, pero la razón es probable que venga de las mejoras en los tratamientos durante los últimos años”.
Además, apunta también que hay que tener en cuenta “el impacto o beneficio indirecto de hacer mamografías, porque aunque el diagnóstico precoz no impacte en la supervivencia, sí que lo hace en el esfuerzo terapéutico”. Como ejemplo pone que “no es lo mismo un tumor de un centímetro, que tú le haces una cirugía conservadora y una radioterapia, que uno de cuatro centímetros que además sabes que va a llevar quimioterapia y, en muchos casos, terapias dirigidas”. Esto supone un ahorro de costes y, sobre todo, “en el sufrimiento de la mujer”.
En definitiva, estos expertos coinciden en que las mamografías son el mejor sistema para detectar la enfermedad y para disminuir el coste, económico y físico, del tratamiento, pero habría que revisar a partir de qué edades tiene fiabilidad realizarlas.