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El español vacunado contra el Covid: "Mi odio al virus es mayor al miedo"

El enfermero Joan Pons participa en el ensayo de la vacuna de la Universidad de Oxford que ha obtenido buenos resultados

Joan Pons, enfermero y participante del ensayo de la vacuna de la Universidad de Oxford.

25 jul 2020. 19.30H
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POR MARÍA GARCÍA
El enfermero Joan Pons no se lo pensó mucho cuando abrió un correo de la Universidad de Oxford en el que se decía que buscaban profesionales sanitarios para ejercer de 'cobayas'. Él es uno de los 1.000 voluntarios que han participado en el ensayo de una vacuna frente al Covid-19 y que, según los datos ofrecidos, ha logrado generarles una respuesta inmunitaria potente. Además de comprobar que es segura

Pero eso es algo que ya se esperaba. Asegura a Redacción Médica que desde que se la pusieron, hace algo más de mes y medio, no ha mostrado ni un posible síntoma. Tampoco sus compañeros de hospital que, como él, se han atrevido a ser una de las primeras personas en probar la seguridad de esta vacuna.

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"Soy una de las personas que no me gusta esperar sentado a que alguien encuentre la solución. Hago gestión de Enfermería, así que me gano el pan de cada día intentando buscar soluciones, intentando modificar cosas para hacer el sistema sanitario mejor. Y cuando me dieron esta oportunidad de formar parte de la solución y de la historia, y de poder acabar de una vez por todas con el virus, pues no lo dudé", asegura.

"Pero sí que es verdad que la noche antes de que me inoculasen el virus no pude dormir mucho porque se me repetía una frase en la cabeza que estaba en el consentimiento y que firmé. Exactamente decía: 'En casos muy excepcionales puede producir un shock anafiláctico y la muerte'. Claro, al principio, como enfermero, lo pongo todo en perspectiva. Si alguien va a la farmacia y compra una aspirina y lee el prospecto tampoco se lo tomaría. Al principio mi odio al virus y mi amor a la vida fueron mucho más que lo que a mí me pudiera pasar. Pero esa noche sí tuve miedo", reconoce. 

La noche 'del miedo'


Esa noche se la pasó reflexionando. "Pensé que era lo que se tenía que hacer porque hay más de medio millón de personas muertas por el coronavirus y yo no quiero que en 2021 continúe dominando nuestras vidas. Quiero tomar el control. Como padre y como hijo y enfermero no estoy dispuesto a que el 2021 sea como el 2020: quiero que sea el año de los abrazos y que todo el mundo pueda salir a la calle sin temor a ser el siguiente contagiado, o, como yo, a viajar a España con mis padres, que hace siete meses que no les veo. Ahora mismo el 2021 está en pausa, y no podemos seguir así: el virus nos está robando un tiempo que nadie nos va a devolver".

"Pensé que era lo que se tenía que hacer, porque hay más de medio millón de personas muertas por el coronavirus"

Llegó el 5 de junio y le pusieron la vacuna. Se retrasaron dos horas porque había problemas técnicos. Dos horas que "fueron larguísimas". "En ese momento te pasa todo por la cabeza, incluso pensé que igual el voluntario que había entrado antes que yo le había reaccionado mal o que de repente los resultados de la vacuna eran malos y a la gente le estaba pasando muchas cosas. En ese momento estábamos cuatro o cinco voluntarios en la sala. Nadie se miraba, nadie habló, era todo en silencio. Pero al final me la pusieron. Y aquí estoy al cabo de un mes, vivito y coleando y sin ningún problema". 

El único problema que tuvo -y que ya está solucionado- fue con su familia. Solo se lo dijo dos días antes. "Normalmente soy yo el que es mucho más fuego y apasionado. No quiero estereotipar pero los ingleses suelen ser mucho más calmados y fríos. Pues la primera vez que mi mujer se levantó, se puso las manos a la cabeza y me dijo que estaba loco. No me habló durante tres días. Vi esa pasión en ella que no había visto nunca. Al final hablamos y entendí el motivo: no estaba enojada porque yo fuera voluntario, porque al fin y al cabo me conoce y sabe que soy enfermero y muy altruista. Me gusta ayudar a las personas y esa es una de las cualidades de las que ella se enamoró", afirma. 

Lo que le enfadó es fue no crear "el espacio para que ella pudiera expresar su temor", porque ella no es tan positiva como él. Así que si le pasaba algo podría perjudicar a toda la familia. "Si alguna vez en el futuro tomo una decisión como esta he aprendido la lección: no hay que dar por interpretado nada", señala. "Pero al fin y al cabo también me di cuenta de que si al final se enfadó es porque todavía estaba enamorada y eso es bonito después de unos años de matrimonio", reconoce. Aunque admite que no se lo recomienda a nadie "porque puede acabar en divorcio".  

Lleva 20 años en el Reino Unido


Pons lleva 20 años en el Reino Unido. En 2018 fue el primer extranjero proclamado como 'mejor enfermero de Reino Unido'. Ahora trabaja en el Hospital General de Sheffield, al lado de su casa. Antes lo hacía en Leeds. Desde noviembre forma parte del equipo de dirección. Se especializó hace cinco en la gestión de Enfermería digital con la idea de "traer el hospital al siglo XXI".

"Pero desde principios de marzo cuando veíamos que el coronavirus venía tuvimos una reunión e hicimos una reestructuración bastante importante del hospital, paramos muchas de las operaciones no importantes, de las visitas extrahospitalarias y triplicamos la capacidad de Cuidados Intensivos. Pero necesitaban enfermeros que estén. Y yo como hace 15 años había sido enfermero de la UCI me puse como voluntario ayudando a mis compañeros desde finales de marzo", asegura.

Joan Pons, con 'Batman' y 'Superman'.

Como enfermero asegura que he vivido el horror del Covid cada día en su unidad, dedicada únicamente al tratamiento de la enfermedad, durante el pico de la pandemia. "A principios de abril pues la vida de mis pacientes se me escapaba entre las manos y la crueldad de este virus, que es el silencio y el no poder tener a los familiares, hizo que también estuviera muy atento a ver si salían tratamientos para poder curarlo. También vi como la carrera que se hacía desde muchas organizaciones para poder sacar la vacuna y una de ellas era Oxford, que está no muy lejos de Sheffield. Fue una de las primeras que entró en la fase I", relata. 

Pons asegura que en todo momento la Universidad de Oxford "lo ha hecho bien". Que no pondría en peligro su prestigio por sacar demasiado pronto algo que no es seguro. 

Siguen los protocolos al dedillo. Durante las primeras semanas tras inocularse el virus cada día se toma la temperatura a la misma hora por la mañana, para ver si le subía a más de 37,8. También lleva rigurosamente un diario electrónico con síntomas, donde contesta con un sí o un no a preguntas como si tiene dolor de cabeza, tos, dolor muscular u otros problemas, como la pérdida de olfato. Son un total de 25 cuestiones y hasta el momento ha marcado que 'no' siempre a todo.

Los viernes, una vez a la semana, se hace una PCR. También todos han sido negativos. "Y una vez al mes tengo que ir a hacerme un examen médico y un análisis de sangre. Y ahora ya no tengo que hacer mi control diario de síntomas, sino que solo tengo que llamar si siento algo, si la temperatura me sube o si empiezo a toser", explica. 

Posibilidad de tener la vacuna en dos meses


Ahora le quieren volver a ver el 2 de septiembre para ver cómo está evolucionando. "A principios de septiembre dicen que ya tendrán suficientes datos que presentar a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si esta lo  cree conveniente, entonces pasará a la fase IV, la de la comercialización", asegura.

"Y si todo va bien, explican que ya en octubre podría estar la vacuna en Europa; en noviembre y diciembre en el resto del mundo. Eso sería el mejor regalo de Reyes: ue cada uno de nosotros ponga el zapato en el balcón y se encuentre vacuna en ellos. Es lo único que pido para esta Navidad, una vacuna en todas las casas", concluye el enfermero.

Joan Pons, frente al hospital.




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