La
mascarilla se ha convertido en un instrumento omnipresente en la sociedad desde el inicio de la emergencia como herramienta para frenar el avance del
Covid-19. Ahora, cuando se cumple más de un año desde el comienzo de la pandemia mundial,
se podría empezar a relajar esta medida. Así lo ha sugerido el
Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, en sus siglas inglés), que ha lanzado las primeras recomendaciones para relajar el uso de mascarillas, así como de otras normas como la distancia física o la realización de test o cuarentenas a medida que avanza la campaña de vacunación.
Sin embargo, el 'adiós' a la mascarilla están generando
incertidumbre entre los profesionales sanitarios, quienes tienen la firme sospecha de que las mascarillas continuarán siendo un objeto utilizado entre la población. Y es que muchos de ellos consideran que su uso debe continuar siendo obligatorio en determinados ámbitos y situaciones,
incluso una vez que acabe la crisis sanitaria.
En este sentido,
Tomás Cobo, presidente del Consejo General de Colegios de Médicos, considera que, aunque "continuamos en un momento de incertidumbre,
las mascarillas han venido para quedarse". Entrando más en detalle, desde la organización médica apuestan por mantener este tipo de protección contra el Covid-19 en aquellos sitios donde exista
"poca ventilación" y
"riesgo claro de contagio", como, por ejemplo, aviones, teatros, cines, hospitales o centros de salud.
Llevarla
no será una obligación, pero sí una "recomendación" casi permanente, junto al lavado de manos, hasta convertirse en "costumbre cívica". Cobo está convencido de que las mascarillas se convertirán incluso en una
"herramienta que se tenga que utilizar a diario en los próximos años", como ya ocurría antes de la pandemia sobre todo en los países asiáticos.
"El distanciamiento, el lavado de manos y la mascarilla han funcionado extraordinariamente en la lucha contra este y otros virus"
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Como prueba, el experto, señala la eficacia que han demostrado a la hora de
contener y minimizar otros virus como la gripe. "El distanciamiento, el lavado de manos y la mascarilla han funcionado extraordinariamente en la lucha contra este y otros virus", explica, apoyando el uso de esta última como "una herramienta de la más elemental solidaridad".
"No será inhabitual que todos llevemos una mascarilla en el bolsillo y nos las pongamos en el entorno en el que exista riesgo de contaminación", insiste.
"Tenemos que adquirir una cultura oriental"
Al igual que Cobo,
José Antonio Forcada Segarra, enfermero de Salud Pública y presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac), considera que tenemos que adquirir una cultura oriental, que consiste en protegernos de las infecciones respiratorias. "Sabemos que esas infecciones respiratorias empiezan, principalmente, durante el otoño y que se mantienen durante todo el invierno.
Debería consolidarse esa cultura de la protección respiratoria", matiza.
El sanitario es consciente de que
"hay muchísima gente en contra", pero apuesta por hacer entender a la población que la finalidad del uso de la mascarilla no es otro que la protección. El presidente de Anenvac está a favor de que, después de la pandemia, la obligatoriedad de la mascarrilla se establezca en determinadas circustancias,
en cualquier sitio en el que no haya una circulaciuón de aire suficiente, así como donde haya una aglomeracion de personas.
"No existe esa cultura, pero ahora sería un buen momento de 'adoptarla'", recalca Forcada, que opina que, ante un paciente con síntomas respiratorios, lo primero que deberían hacer en triaje es ponerle una mascarilla a las personas.
"Eso hay que consolidarlo", concluye.
Para el
Sindicato de Enfermería (Satse), se trata de un asunto que deben ser los
expertos competentes los que establezcan en su momento las indicaciones respecto al uso o no de mascarillas en determinados espacios, momentos y situaciones. La organización sindical añade que todas las decisiones que afectan a la salud pública del conjunto de la ciudadanía, así como a la de los profesionales sanitarios, deben ser
"profundamente analizadas, debatidas y consensuadas por los mejores expertos en la materia" para que las decisiones que se adopten ofrezcan las mejores garantías para todos y todas.
Mantener su uso racional a medio y largo plazo
Desde el Consejo General de Dentistas de España, defienden mantener el uso racional de la mascarilla a medio y largo plazo, hasta que la situación epidemiológica de la Covid-19 se encuentre completamente controlada. "No podemos olvidar que las vacunas disponibles en la actualidad frente a la Covid-19 no evitan que los vacunados sigan pudiendo infectar. Por otra parte, el papel de los aerosoles en la transmisión del SARS-CoV-2 está avalado por la evidencia científica y frente a esto, las mascarillas son de gran eficacia. A medio plazo, creemos que debe mantenerse su uso en espacios cerrados, en medios de transporte y en centros médicos", apuntan.
Además, el Consejo de Dentistas añade que, en determinadas circunstancias, también deberían utilizarse en espacios abiertos muy concurridos donde sea más difícil mantener la distancia de seguridad (conciertos al aire libre, eventos deportivos, etc.). "La experiencia de estos meses nos ha mostrado que, además, han sido muy útiles en la reducción de la habitual epidemia de gripe y de las alergias respiratorias", concluyen.
"Si bien las últimas recomendaciones del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) apuntan a que los avances en la inmunización pueden comenzar a suponer una relajación del uso de las mascarillas, se debe prestar especial atención a las personas con un factor de riesgo de enfermedad grave", explican desde el Consejo de Farmacéuticos.
Para esta entidad, tanto el uso de mascarillas como la distancia de seguridad, siguen siendo, por el momento, "medidas prudentes en espacios públicos y grandes concentraciones independientemente del estatus de vacunación".
Asimismo, fuentes del Consejo de Farmacéuticos apuntan la necesidad de valorar cada caso a futuro, con el fin de proteger sobre todo a los grupos más vulnerables, en especial en el caso de espacios cerrados, públicos muy concurridos y especialmente en personas con ciertas patologías que supongan factores de riesgo.
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