Un
estudio publicado en la revista
Proceedings of the Royal Society A señala que
estar a dos metros frente a una persona que esté hablando y que esté infectada con Covid-19, no es seguro sin el uso de una mascarilla protectora o un respirador. La investigación además concluyó que las partículas del virus generadas al hablar permanecen en el aire más tiempo que las gotas que se desprenden de la tos.
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La publicación señala que las
gotas desprendidas caen al suelo en distancias cortas, mientras que las gotas pequeñas, conocidas como aerosoles, pueden
transportar el coronavirus a distancias superiores a dos metros y permanecer más tiempo en el aire.
En presencia de un flujo medio constante, encontró que hasta 100 copias virales viables estaban a la altura de la cara después de solo unos segundos. En ausencia de dicho flujo, los cálculos de la desintegración por chorro demostraron que se puede encontrar una
dosis viral similar a la altura de la cara a la misma distancia de dos metros, lo que corresponde a un riesgo de infección del 10 por ciento, mientras que para una tos breve la dosis suspendida daría lugar a 50 por ciento de riesgo.
Se encontró en el estudio que la sedimentación del aerosol por gravedad era pequeña en comparación con la descomposición viral. Para el aerosol suspendido resultante del habla, la eliminación por gravedad comenzó sólo después de 20 min y se estabilizó a una velocidad de sedimentación de ≈ 0,39 h -1, después de 30 min. Por lo tanto,
no se puede confiar en el asentamiento gravitacional para reducir el riesgo de infección.
Efecto de la corriente de aire
La publicación también señala que la presencia de
corrientes de aire afecta fuertemente a la dosis viral suspendida independientemente del modo de exhalación. Mientras que una persona infectada que habla durante 1 h en una habitación, puede generar niveles de riesgo de infección de 10 a 20 por ciento con ventilación inadecuada, pero el riesgo se puede reducir, al menos, en un factor de tres si se emplean 10 cambios de aire por hora. La ventilación (en términos de magnitud y dirección) es de suma importancia para minimizar el riesgo de infección en interiores.
"Se necesitan máscaras, se necesita distanciamiento y se necesita una buena ventilación para que estas partículas no se acumulen en un espacio interior y
se eliminen de forma segura", concluyó el profesor Pedro Magalhães de Oliveira, experto en mecánica de fluidos de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio.
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