La carrera por la
vacuna que haga frente al
coronavirus está siendo una de las más rápidas de la historia de la Medicina, ensayos clínicos ya en desarrollo en
Reino Unido y
China. Por tanto, es probable que en el primer trimestre del año que viene surjan los primeros resultados sólidos sobre
eficacia y seguridad de las candidatas en sujetos humanos y que, de ahí, no pase mucho tiempo más hasta que se administre a la población. Al menos, a una parte. Antes, es inviable.
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Varios factores juegan a favor de un desarrollo rápido. El principal de todos es que
no es necesaria una alta eficacia para demostrar su utilidad. “Con una vacuna que funcionara al 40 por ciento sería suficiente porque conseguirías inmunidad de grupo”, explica a
Redacción Médica la responsable del Vacunas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia,
Isabel Jimeno.
“Normalmente, ninguna vacuna va a proteger al 100 por cien. Nos ponemos contentos con que funcione al 60 por ciento”, apunta. El alcance que ha tenido el coronavirus, sobre todo en los casos leves o asintomáticos, permitirá alcanzar rápidamente esa inmunidad.
Y esto es importante para la velocidad del desarrollo de la inmunización porque no serán las personas más vulnerables las que deban vacunarse para protegerse, sino que
se puede empezar por la población sana, en la que tendrá menos efectos secundarios. Así que, "siendo optimistas", la deseada vacuna podría estar disponible en un año.
Predicciones académicas sobre la efectividad de la vacuna
Desde la
Asociación Española de Pediatría se estima una eficacia similar como suficiente para conseguir el objetivo de controlar la propagación el virus. Curiosamente, las previsiones de los clínicos son más laxas que las académicas: un análisis de modelos matemáticos de la vacunación realizado por la
Universidad de Qatar estimaba una
efectividad mínima del 70 por ciento para conseguir el objetivo.
Otros de los factores para permitir un rápido desarrollo de la vacuna es que ya hay parte del trabajo hecho.
Durante la epidemia de SARS de principios del siglo XXI se comenzaron a estudiar distintas posibilidades de vacuna que, al controlar el brote, descontinuaron su desarrollo clínico.
Este nuevo coronavirus comparte varias características con el SARS, y buena parte de las alrededor de 70 candidatas a vacunas actualmente en estudio se basan en estos hallazgos.
Acortar el tiempo de los ensayos clínicos
Isabel Jimeno explica que, en una situación como la actual, las distintas fases de ensayos clínicos pueden superponerse y reducir las fases I y II de seis meses a uno, por ejemplo, si los primeros resultados en humanos (fabricación de anticuerpos) son positivos.
“En estos casos, se hace un
fast-track, se aplica a población general y vulnerable”, indica. La producción de la vacuna en dosis suficientes lleva un tiempo, así que comenzaría antes de acabar los ensayos. No tendría por qué ser para todo el mundo: “
Al principio no va a haber vacunas para toda la población”. Así, entre los primeros resultados de seguridad y eficacia y su administración ‘a pie de calle’ pasaría al menos un año, con suerte.
La vacuna, en una segunda oleada del coronavirus
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la posible
estacionalidad del Covid-19. “Es una teoría, pensando que otros coronavirus se comportan así”, explica la experta en vacunas.
Hay países con climas más cálidos que parecen arrojar algunas pistas, “pero no tenemos datos reales, así que es aventurado decir algo”.
De ser así, y si no hay contratiempos, Jimeno apunta a la posibilidad de que la vacuna estuviera disponible para una eventual segunda ola del virus, si bien es algo sobre lo que prefiere no profundizar mucho.
La médica de Familia prefiere apuntar en otra dirección: las vacunas que tenemos disponibles en la actualidad ayudarán mucho a la efectividad de esta futura profilaxis contra el coronavirus. “Sobre todo la de la gripe y el neumococo”. Cuanto mejor se combatan otros factores de riesgo, mejor se combatirá el Covid-19.
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