Varios países, como Estados Unidos, Alemania o Reino Unido han planteado la posibilidad de ofrecer un "
pasaporte de inmunidad" a aquellas personas que se han recuperado de la Covid-19 y han dado positivo por
anticuerpos contra el SARS-CoV-2. De esta forma, dichos "afortunados" podrían volver al trabajo, socializarse y viajar.
De hecho, en España esta idea se ha llegado a plantear
dividiendo al sector sanitario mientras que el Ministerio de Sanidad la rechazó como opción para hacer frente a la epidemia. En este sentido, desde la
revista científica Nature han establecido
diez razones por las que un
'pasaporte de inmunidad' no es una medida fiable.
Uno de los principales motivos por los que este 'pasaporte de inmunidad' no sería viable es que los estudios más recientes señalan que aunque la mayor parte de los pacientes recuperados de la Covid-19 tienen anticuerpos contra el SARS-CoV-2, todavía se desconoce si todo el mundo puede producir los
suficientes anticuerpos para garantizar una protección en el futuro ni cuánto tiempo duraría esta supuesta inmunidad.
Si nos basamos en enfermedades con las mismas consecuencias respiratorias como el
SARS o el
MERS, una persona podría estar protegida a la
reinfección de coronavirus Covid-19 de uno a dos años. Sin embargo, si la inmunidad contra el SARS-CoV-2 funciona igual que con el resfriado común, este periodo de inmunidad sería mucho más corto.
No hay suficientes test de anticuerpos ni son totalmente fiables
El segundo argumento en contra de este 'pasaporte de inmunidad' es que las pruebas para medir los
anticuerpos de SARS-CoV-2 en la sangre son interesantes para
evaluar la prevalencia y la propagación del virus, pero no cuentan con la
suficiente calidad ni eficacia. De hecho, la OMS y al ex-comisionado de la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos, Scott Gottlieb, se han posicionado en contra del uso de
test inmunológicos para evaluar la salud individual o el estado inmune.
Los datos preliminares sugieren que la gran mayoría de estos test
no son fiables al 100 por cien por no ser específicos y contar con una baja sensibilidad. Es decir, estos test necesitan que una persona tenga una alta concentración de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 para que se puedan medir de una manera efectiva. Esto causa
falsos negativos en personas que tienen pocos anticuerpos, lo que lleva a que personas potencialmente inmunes sean etiquetadas incorrectamente como
no inmunes.
A su vez, para poder hacer realidad este
'pasaporte de inmunidad' sería necesario realizar cientos de millones de pruebas serólogicas en un solo país. Por ejemplo, Alemania tiene una población de casi 84 millones de personas, por lo que sería necesario al menos 168 millones de pruebas serológicas para validar el estado inmunitario
Covid-19 de cada ciudadano.
Dos pruebas por persona sería la cifra mínima para poder establecer esta medida de control ya que cualquiera que de negativo en un primer test
podría infectarse más tarde y necesitaría garantizar la inmunidad continua.
Poco volumen de población que haya vencido al Covid-19
A su vez, en el artículo se explica que si el 'pasaporte de inmunidad' se estableciera como una medida imprescindible para poder salir de casa,
la proporción de población sería mínima. La OMS estima que solo el
2-3 por ciento de la población mundial se ha recuperado del SARS-CoV-2. En este sentido, si solamente estas personas vuelven a trabajar y hacer "vida normal" sería
inviable para la economía y la seguridad de un país.
"Una cafetería no puede abrir y servir a los clientes sin riesgo si solo una fracción de su personal está certificado como inmune. Una tienda no puede obtener ganancias si solo se permite la entrada de una proporción minúscula de clientes", arugmentan en el artículo de
Nature.
Amenaza hacia la Salud Pública y monitorización de movimientos
A su vez, hay varias argumentaciones éticas en contra de establecer un
'pasaporte de inmunidad', por ejemplo, reflexionan sobre si
el acceso a ciertas libertades sociales y económicas -como ir a trabajar- se otorga solo a aquellas personas que se han recuperado de Covid-19, estos pasaportes podrían incentivar a las personas sanas y no inmunes a buscar la infección voluntariamente, poniéndose a sí mismas y a otras personas en riesgo.
El objetivo principal de esta posible medida es controlar el movimiento de las personas y por lo tanto debe
incluir un sistema de identificación y monitoreo que no sea vulnerable a la falsificación, como ocurriría con un papel. Así, una app con la documentación sanitaria integrada de forma electrónica sería más resistente al fraude. Sin embargo, esto conlleva un riesgo para la privacidad.
Los
códigos QR establecidos en China sirven para controlar la entrada a lugares públicos. Pero dan más información a parte de la inmunidad al Covid-19, incluido el historial de viajes, con quién han entrado en contacto y otra información de salud, desde la temperatura de su cuerpo hasta si recientemente han tenido un resfriado.
Desigualdad social en la población y minorías
Al incrementar la vigilancia de la población puede recaer un control aún mayor a grupos de minorías sociales. Por ejemplo, en China se ha acusado de obligar a todos los ciudadanos africanos a hacerse las pruebas de coronavirus, mientras que en otras partes del mundo, ciudadanos asiáticos se han visto señalados. Esta situación podría agravarse si la vigilancia de la inmunidad contra el Covid-19 se utilizara por "motivos ocultos", por ejemplo monitorizar determinadas comunidades.
Otro de los puntos a los que hace referencia
Nature en su artículo es que no toda la población puede tener acceso a un test inmunológico del Covid-19, sobre todo teniendo en cuenta que el número de estos es escaso y depende en muchos casos del poder económico. Por ejemplo, como ha ocurrido con los
futbolistas de La Liga.
A su vez, etiquetar a las personas sobre su
inmunidad hacia la Covid-19 permitiría dividir a la población entre inmunoprivilegiados y los inmunodeprimidos.Tal etiquetado es particularmente preocupante en ausencia de una vacuna gratuita disponible universalmente. En el caso de que haya una vacuna de pago, las personas con capacidad económica podrían acceder a ella y obtener una "certificación inmunológica". Privar de la libertad de movimiento al resto de la población iría en contrar de sus derechos.
El último argumento en contra del pasaporte de inmunidad es que podría convertirse en el futuro en un "pasaporte biológico" que incluyera datos de salud personal como la salud mental o pruebas genéticas.
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