No es extraño que en la consulta se den situaciones de tensión, en las que los pacientes pueden mostrarse maleducados, agresivos, bordes, pesados o irritantes. Estas actitudes afectan al equipo médico hasta el punto de que pueden llegar a descentrarse y empeorar su práctica clínica, tal y como recoge un estudio publicado la revista Pediatrics.
Un experimento, en el que han participado 39 equipos médicos, ha medido como estas actitudes afectan a la práctica clínica y qué tipo de recomendaciones se pueden asumir para evitar el mal desempeño en situaciones incómodas. Según sus conclusiones, "las malas formas tienen efectos dañinos en el desempeño de los equipos médicos".
El estudio apunta a que los malos modales afectan no sólo a los diagnósticos y a los parámetros de la intervención, sino que descentran al equipo médico ya que interfiere en su comunicación y en el flujo de trabajo.
En este sentido, propone que la formación médica incorpore técnicas para modificar las preferencias cognitivas durante las intervenciones. Se trata de estar bien formados para "evitar implícitamente las distracciones cognitivas". De esta manera, se podrán evitar "medios para mitigar las consecuencias adversas de comportamientos que, desafortunadamente, no pueden prevenirse".
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