Un reciente estudio publicado en la revista 'The Journal of the American Osteopathic Association' ha determinado que los
pacientes que consumen cannabis con regularidad pueden
requerir más de dos veces el nivel habitual de sedación cuando se someten a procedimientos médicos.
En la investigación, se examinaron los registros médicos de 250 pacientes que recibieron procedimientos endoscópicos después de 2012, cuando el Estado de Colorado legalizó el cannabis recreativo.
Los pacientes que fuman cannabis habitualmente necesitan un 220% más de propofol para lograr una sedación óptima
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El resultado fue que los pacientes que fumaban o ingerían cannabis a diario o semanalmente requerían un 14 por ciento más de fentanilo, un 20 por ciento más de midazolam y un
220 por ciento más de propofol para lograr una
sedación óptima en los procedimientos de rutina.
El principal investigador del estudio,
Mark Twardowski, explica que "algunos de los medicamentos sedantes tienen efectos secundarios dependientes de la dosis, lo que significa que a mayor dosis,
mayor probabilidad de problemas. Eso se vuelve particularmente peligroso cuando la función respiratoria suprimida es un efecto secundario conocido".
Los investigadores notaron que más pacientes reportaban quejas sobre
náuseas crónicas, un síntoma que puede ocurrir por el consumo regular de cannabis. Asimismo, observaron que algunos pacientes requerían de dosis mucho más altas para la anestesia general y se producían tasas más altas de
convulsiones postoperatorias.
Primer paso
Twardowski cree que "este estudio realmente marca un pequeño
primer paso. Todavía no entendemos el mecanismo detrás de la necesidad de dosis más altas, lo cual es importante para encontrar mejores soluciones de administración de la atención".
El equipo está desarrollando un
estudio de seguimiento sobre las diferencias en los requisitos de sedación y anestesia, así como el manejo del dolor después del procedimiento para los usuarios habituales de cannabis frente a los no usuarios.
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