El
envejecimiento de la población conlleva un aumento en el
desembolso en sanidad y cuidados de larga duración. En este sentido, el director general de Economía y Estadística del Banco de España,
Óscar Arce, recuerda que el gasto en estos ámbitos
aumentará casi dos puntos de PIB en 2016-2050, según el
Informe sobre Envejecimiento de la Comisión Europea.
Durante
su intervención en la Jornada Institucional de Previsión BBVA 2019, Arce señalaba que, en 30 años,
el gasto en sanidad y cuidados habrá aumentado en 24.000 millones, mientras que el de pensiones lo habrá hecho en 36.000 millones adicionales.
La longevidad como condicionante del gasto
Uno de los principales determinantes del gasto en sanidad, explica, es el aumento de la longevidad: Mayor demanda de servicios durante más tiempo, dependiendo del estatus de salud.
Otra de las causas es que
un mayor PIB per cápita está asociado a un mayor gasto. Además, el
progreso tecnológico constituye el factor no demográfico más importante.
En este escenario, se puede dar un efecto sustitución, con la introducción de tratamientos más eficientes. Y también una
extensión de los tratamientos a condiciones médicas antes no tratadas, por razones científicas (nuevos tratamientos) o económicas (tratamientos más baratos).
Garantizar la viabilidad
En su intervención, el representante del
Banco de España, apuntaba que las reformas de 2011 y 2013 sí garantizaban la viabilidad del sistema,
tal como ha recogido El Mundo. Entre otras medidas que se introdujeron entonces, estaba el
retraso de la edad de jubilación de manera progresiva hasta los 67 años, algo que Arce ha defendido.
Países europeos como Italia, Portugal, Dinamarca o Finlandia han r
elacionado la edad de jubilación con la esperanza de vida, por lo que no considera descabellado incrementar la edad de retiro.
Esta cuestión es uno de los debates de la sanidad española.
Vicente Matas, miembro del Centro de Estudios de CESM Granada y vocal de la Comisión de Atención Primaria Urbana de la OMC (Organización Médica Colegial), apunta a una
horquilla de diez años, de los 60 a los 70 años, como
la franja ideal para fijar diferentes edades de jubilación.
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