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Amancio Ortega no va a cambiar la forma de financiar la sanidad española

Los expertos valoran positivamente las contribuciones filantrópicas, pero no las consideran generalizables

José Martínez Olmos, Juan Jesús Cruz y Agustín Reoyos.

07 jun 2017. 18.45H
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POR SERGIO LÓPEZ
Miguel Fernández de Vega
La actividad filantrópica en Sanidad es algo que merece reconocimiento, sobre todo si se produce en cuantías tan abultadas como la reciente donación de más de 300 millones de euros por parte de Fundación de Amancio Ortega para renovar equipamientos tecnológicos en todas las comunidades autónomas. Sin embargo, genera dudas si ésta se convierte en un mecanismo necesario para financiar la Sanidad y no en algo puntual y complementario. Esta ha sido la conclusión a la que ha llegado el panel de expertos reunido por Sanitaria 2000 en un debate en torno a los límites de la filantropía sanitaria en el que han participado José Martínez Olmos, portavoz de Sanidad del PSOE en el Senado; Juan Jesús Cruz, jefe de servicio de Oncología del Complejo Hospitalario de Salamanca, y Agustín Reoyo, médico y adjunto confederal de la Secretaría de Protección Social y Políticas Públicas de Comisiones Obreras.
 
¿Benefician al sistema sanitario acciones como esta donación millonaria?
 
José Martínez Olmos, portavoz de Sanidad del PSOE en el Senado: La donación de la Fundación de Amancio Ortega de 320 millones de euros ha sido una noticia de impacto y viene a recordar la trayectoria que realizan la Fundación de Bill y Melinda Gates, en relación con el apoyo al desarrollo de investigaciones y de actuaciones frente a enfermedades muy relevantes a nivel mundial, y genera un debate, lógicamente, sobre la pertinencia o no de este tipo de iniciativa. Yo creo que en primer lugar hay que afirmar que el sistema sanitario público tiene que tener una financiación pública basada en impuestos y que sea suficiente, y por lo tanto, la obligación del Estado es asegurar que las prestaciones que haya que ofrecer a los conjuntos de la ciudadanía estén dentro de ese marco. Eso no quiere decir que no pueda haber situaciones puntuales como esta, agradeciendo la iniciativa de la Fundación de Amancio Ortega.
 
Juan Jesús Cruz, jefe de servicio de Oncología del Complejo Hospitalario de Salamanca: Desde el punto de vista sanitario, yo creo que lo que ha dicho José Martínez Olmos recoge la esencia. Hay dos puntos importantes: lo primero, la sanidad pública tiene que tener fondos públicos que vienen de impuestos y tienen que estar cubiertas todas las necesidades sanitarias de este país y en concreto Oncología. El otro punto es que no por eso la filantropía es mala. En España ha habido muy poca filantropía en sanidad y casi toda ha ido a investigación, no a las necesidades del sistema sanitario público. Este caso llama más la atención porque es para algo muy concreto en momento muy concreto, en el que ha habido una crisis económica. Creo que es bueno el apoyo desde la sociedad civil hacia el Estado, pero la sanidad pública tiene que estar garantizada por el Estado.
 
Agustín Reoyo, médico y adjunto confederal de la Secretaría de Protección Social y Políticas Públicas de Comisiones Obreras: Hay que agradecer al señor Ortega que participe de esta manera y quiera aportar un dinero para la sanidad, pero el sistema sanitario público funciona bajo unos criterios muy específicos como la universalidad, la equidad y que todo se organice de forma integral. Dar dinero concreto a una partida específica para patologías y tecnologías específicas me parece estupendo, pero siempre y cuando vaya a repartirse, entre comillas, de forma absolutamente global y que pueda repercutir en todos por igual. En este momento está claro que necesitamos mucho de todo, ya que habido un descenso de la financiación en Sanidad entre el 2010 y 2014.
 
O sea, que la situación viene a paliar los efectos de la crisis, pero no es la solución. ¿Cuál es la alternativa a la filantropía? ¿Cómo dotar de una financiación suficiente a la Sanidad a día de hoy?
 

José Martínez Olmos sobre las donaciones al SNS 

Martínez Olmos: Hay una cosa que no se puede plantear –y no digo que nadie lo esté planteando en esta mesa– y es que un sistema sanitario de un país moderno tenga que estar financiado por la filantropía. Eso sería más bien propio de países que no tienen ningún recurso, ni siquiera estado. Tenemos un desafío muy importante en relación a la financiación de la sanidad pública y que tiene que ver con la insuficiencia presupuestaria. La crisis ha tenido un efecto en las decisiones del gobierno que ha recortado de ahí. Desde el año 2012 hay más de 35.000 millones de euros acumulados de recorte sanitario. Claro, en esa situación eso tiene consecuencias: hemos perdido alrededor de 30.000 profesionales en el sistema sanitario y, hablando de lo que nos trae aquí, hay menos recursos para invertir en tecnología o renovar tecnología. En este caso, un fundación ha propuesto una donación sin ánimo de lucro y ha expresado que la voluntad del donante es que vaya para diagnóstico y tratamiento de cáncer, pero que, a partir de ahí, sea la Administración la que decida en función de sus necesidades y que sea haga con un concurso público que permita competir a varios proveedores. Es de agradecer y aplaudir, pero hasta aquí hemos llegado. Todo lo que se haga así va a ser bienvenido, porque financia la sanidad. La sanidad se tiene que resolver su financiación por los mecanismos que tiene nuestro país y para ello la última Conferencia de Presidentes creó un grupo de trabajo.
 
Todas las comunidades están suscribiendo el acuerdo con la Fundación de Amancio Ortega, pero desde algunos ámbitos se han expresado reticencias. ¿Hacen bien recibiendo esta ayuda?
 

Juan José Cruz analiza el valor de las donaciones.


Cruz: Yo creo que sí. Evidentemente hay que agradecer la iniciativa y con la limpieza y transparencia que se hacen las donaciones. Y, respecto de las administraciones autonómicas… a ver cuál la primera que dice que no lo quiere. Se lo repartiría el resto. Quiero decir que es muy difícil que una administración diga en estos momentos que no necesita renovar absolutamente nada en tecnología. Incluso en la época de bonanza de este país, en los años 2006 o 2007, una donación para aceleradores lineales hubiera sido bienvenida. Esto no quita para señalar que puede surgir un pensamiento perverso: “Teníamos tanta necesidad que hemos necesitado una donación”. ¿Esta donación va a paliar el déficit que teníamos? Pues no. Yo creo que va a mejorar ciertos déficits puntuales y que el adelanto de la tecnología en vez de hacerse dentro de unos años se va a hacer ahora, pero creo que ningún paciente con cáncer se iba a dejar de tratar correctamente aunque no hubiera habido esta donación.  
 
Reoyo: Partiendo de que el objetivo es que todos los ciudadanos en España puedan tener las mismas condiciones y puedan recibir la misma sanidad en cualquier sitio, quizá no todas las administraciones que reciben esta ayuda están en las mismas necesidades de renovación de tecnología y a lo mejor no todas necesitan lo mismo. Lo que trato de explicar es que no corresponde a la persona que va a ceder el dinero sino que yo creo que –basándonos en las premisas esas de equidad y de universalidad– serían los propios responsables los que tienen que hacerlo. ¿Reticencias ante la donación? Hombre, sí que es verdad que quizá lo que hay que cambiar son las leyes fiscales y cómo se tributa, porque a lo mejor la clave está en eso y no depender de la caridad.
 
Martínez Olmos: Si un sistema sanitario quisiera evolucionar en base a donaciones, sería un sistema sanitario muy débil. Pero no creo que nadie en el sistema sanitario español esté pensando en eso.
 
¿No es un riesgo ahora mismo para el sistema sanitario español empezar a depender de la generosidad de las élites?
 
Martínez Olmos: No, en absoluto. Esto es una situación excepcional en la cual una persona que tiene una fortuna en términos económicos importante y tiene una fundación que quiere hacer filantropía viene a poner un granito de arena, pero no es este el planteamiento del sistema sanitario, ni va a haber muchas más donaciones como esta. Por lo tanto, lo analizo como una situación puntual, y creo que muy bien gestionada tanto por la Fundación como por las Administraciones Públicas. También es una oportunidad para llamar la atención a aquellas personas que acumulan, por su actividad profesional, recursos suficientes porque actividades de filantropía para, lo que estamos comentando, investigación biomédica, etc., como para otras actividades sociales, pues siempre es una cuestión que la sociedad agradece. Pero como un complemento, como un granito de arena.  
 
Cruz: Creo que el presupuesto de medicamentos de la Sanidad Pública está en 17.000 o 18.000 millones de euros y a su vez representa algo así como el 15%, del gasto sanitario total. Con lo cual si echamos cifras, como muy bien ha dicho, siendo muy bien medida la donación, es un granito de arena, un ‘cero coma algo’.

Agustín Reoyo sobre la responsabilidad del destino de las donaciones.

Reoyo: Bueno, con esas cifras, los 320 millones de Amancio Ortega son importantes. El gasto sanitario total es de unos 65.000 millones de euros, según los últimos datos. Es un 0,5%. No deja de ser una pequeña cantidad, pero en un ámbito concreto. Yo lo que quería transmitir es lo complejo, importante, serio que es el Sistema Nacional de Salud que hemos creado. Algo así, aunque significativo, no puede cambiar la forma de financiar la sanidad.
 
¿Hay algún peligro de que con donaciones como esta ciertas enfermedades se pongan en el foco de la opinión pública y reciban más atención y, por tanto recursos, que otras enfermedades?
 
Martínez Olmos: Al focalizarse en un aspecto concreto, cobra una magnitud relevante. Es decir, si esos mismos millones se hubiesen dedicado además de a cáncer, a SIDA, a crónicos, obesidad, se habrían dispersado. Focaliza en cáncer y es lógico porque ha sido la voluntad del donante. No veo problema, en la medida en la que el sistema sanitario sea fuerte y siga haciendo lo que tiene que hacer. En este sentido, me parece muy importante lo que viene haciendo la Fundación de Melinda y de Bill Gates, que se focalizan en temas que tienen una transferencia global, como la investigación sobre SIDA o paludismo, patologías que producen una alta mortalidad. Esta donación, como decía, nos da la oportunidad de hablar de insuficiencias de este sistema y una de ellas es la planificación. Hablando, por ejemplo, de la dotación de tecnología para el tratamiento y diagnóstico del cáncer, pues convendría tener una planificación de necesidades que nos permita saber dónde tenemos que hacer inversiones, cuándo las tenemos que hacer, etc.
 
Cruz: Lo que acaba de decir respecto de la planificación es muy importante. Planificación tanto en tiempo como en espacio. Y digo espacio por el gran problema que tenemos siempre en España de empezar a repartir las cosas en distintos sitios para que nadie se sienta ofendido. Creo que en ciertos sitios va haber problemas con las donaciones, por ejemplo, en Castilla y León sé que va haber polémica sobre si, ya que vamos a tener nuevos aceleradores, es mejor tener tres en Salamanca, o dos en Salamanca y uno en Ávila. Esto hay que tenerlo bien planificado porque a lo mejor tenemos que tener menos hospitales del máximo nivel, pero con las máximas dotaciones en cada uno, y mejorar los transportes. Es lo mismo que pasa en este país con las universidades, que tenemos 109, pero nos resulta muy difícil meter alguna entre las 500 primeras del mundo.

Martínez Olmos, portavoz de Sanidad del PSOE en el Senado; Sergio López, periodista de Sanitaria 2000; Juan Jesús Cruz, jefe de servicio de Oncología del Hospital de Salamanca; y Agustín Reoyo, adjunto confederal de la Secretaría de Protección Social y Políticas Públicas de Comisiones Obreras.


Aparte de la donación de Amancio Ortega, ha habido ejemplos últimamente de micro filantropía, campañas de recogida de fondos para ayudar a financiar aspectos concretos. ¿Habría que favorecer esto, vía desgravaciones fiscales?
 
Martínez Olmos: Yo no tendría ningún inconveniente en que hubiera un debate social sobre cómo fomentar mejor la filantropía en general, pero no para la sanidad. Tampoco creo que sea un debate que esté sobre la mesa y no veo ninguna necesidad de hacer ninguna modificación normativa. El caso que estamos comentando es bastante excepcional por la naturaleza de la persona de la que estamos hablando, que tiene una gran fortuna, y eso no es lo habitual en la sociedad. Lo habitual es gente con pequeñas fortunas y gente de clase media y media-baja que hace aportaciones puntuales para proyectos sociales. En cualquier caso, como opinión personal, yo creo que en el ámbito de la sanidad hay filantropía sobre todo por parte de organizaciones que hacen una labor muy importante, desde organizaciones de pacientes a otras que ayudan a determinados colectivos. Ahí hay un trabajo que se hace y que se puede seguir haciendo.
 
Cruz: La gente que hace donaciones, bien las macro o las micro donaciones, siempre está haciendo una donación real. Hay mucha leyenda en relación con incentivos o no incentivos, si me desgravo o no me desgravo. Si yo doy 100 y me rebajo 20 al final he dado 80. Son donaciones reales. El problema es si le quieres dar la vuelta o no al sistema para decir: es que hago la donación porque así me hago una propaganda porque así me sirve para no sé qué. Yo, ahí, ni entro ni salgo. Es muy difícil que una ley matice la voluntad de donar de la gente, y esa es la conclusión que creo que hay que sacar: desgravándote o no, al final, tú vas a tener que dar dinero, porque para eso estás donando.

¿Entra dentro de la política de marketing de las grandes empresas esta actividad filantrópica?
 
Reoyo: La verdad es que lo desconozco. En este caso, no sé si ha sido la intención. ¿Repercute a nivel mediático? Es evidente. Ha salido en los periódicos, en las televisiones y estamos aquí hablando de la filantropía por este asunto. Es evidente que está teniendo una proyección mediática positiva. Tiene un beneficio positivo, mucho, pero no creo que sea la razón. Desde luego no pienso emitir una crítica.
 
Martínez Olmos: Lógicamente, tiene efectos positivos para quien lo hace, desde el punto de vista de la imagen. Pero cuando una cosa se hace bien no podemos quejarnos de que tenga efectos positivos en imagen. Sería lo contrario lo que nos debería preocupar.
 

Conclusiones de debate.

Para cerrar este debate me gustaría abrir un turno de conclusiones.
 
Martínez Olmos: Creo que tenemos que aprovechar cualquier debate de esta naturaleza para hablar sobre la financiación de la sanidad. En un momento en el que se trabaja para ver si se consensúa una nueva financiación autonómica, hay que pedir suficientes recursos para la sanidad pública y recordar que la inversión en el sistema sanitario genera empleo, riqueza e investigación y otros elementos añadidos a lo que es su función principal.
 
Cruz: Reiterar que la sanidad pública, evidentemente, se tiene que mantener por otros procedimientos impositivos. Una donación le puede venir bien, pero el sistema no debe depender nunca de la filantropía. No obstante, bienvenida esta iniciativa. Hay que estar agradecidos tanto por el fondo, como por la forma y la cantidad que ha donado.
 
Reoyo: No entiendo muy bien la filantropía, entendida como caridad, en el ámbito sanitario. Creo que tenemos un sistema que debería de proteger al paciente en todos los ámbitos. Se agradece que pueda haber un apoyo concreto para estructuras concretas, pero siempre con los criterios que he dicho al principio: que no entre en conflicto con la obligación del Estado de proporcionar a todo el mundo por igual unos mínimos. Dicho esto, lo que está llamando la atención es algo que resaltaban también los otros dos ponentes: cómo la filantropía está dando a entender que algo va a mal en la sanidad. Tiene que haber un cambio. Probablemente necesitemos un nuevo pacto o una nueva ley en cuanto a financiación.

Qué papel debe tener la filantropía en la financiación en la Sanidad - Parte 1

Qué papel debe tener la filantropía en la financiación en la Sanidad - Parte 2



 

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