La figura del
coordinador hospitalario de donación de órganos es uno de los pilares del
modelo español de trasplantes, que ha permitido convertir a España en una referencia mundial por lo que respecta a la donación y trasplantes de órganos. Según datos de la Organización Nacional de Trasplantes (
ONT), en España el pasado año se registraron
2.346 donantes fallecidos de órganos, lo que corresponde a una tasa de 48,9 donantes por millón de población, situando a nuestro país una vez más el primero en el número de donantes. Esta figura ha deslumbrado a España en los últimos años, pese a que los especialistas son conscientes de que no puede quedar
obsoleta y se debe seguir cuidando y adaptándose año tras año.
La promoción de esta figura en países de
América Latina es el principal objetivo del curso que organiza por segunda vez el
Hospital Vall d´Hebrón, en colaboración con la
ONT y con la financiación de la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (Aecid), dirigido a
200 profesionales de unidades de críticos de 15 países de latinoamerica.
Alberto Sandiumenge, coordinador de trasplantes del Vall d’Hebrón y responsable académico del curso, afirma que este proyecto pretende “profundizar en el
proceso de donación del fallecido, creando un espacio de colaboración en el cual se comparten
conocimientos y experiencias”. A lo largo de tres módulos distintos, el especialista relata que “se analizarán las bases éticas y legales de la donación de fallecido, los tipos de donantes, y los procesos de donación en
muerte encefálica y en
asistolia".
El perfil del coordinador y sus necesidades formativas
La formación juega un importante papel para
potenciar la figura del coordinador, una figura que debe seguir renovándose para adaptarse a los rápidos cambios y la
creciente tecnificación de los procesos de donación.
Según Sandiumenge, gran parte del
éxito del modelo español se debe a “la implicación de los intensivistas en el proceso de donación y en los cuidados de los pacientes al final de la vida; tanto es así que el 90 por ciento de los coordinadores hospitalarios son especialistas en medicina intensiva”.
"El coordinador debe garantizar la posibilidad de donación como parte del proceso final de vida de todos los pacientes que fallecen en el hospital"
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La función principal del coordinador hospitalario de donación y trasplante, recuerda Sandiumenge, es la de
“garantizar la posibilidad de donación como parte del proceso de final de vida de todos los pacientes que fallecen en el hospital. Dependiendo de las características y tamaño del hospital, Sandiumenge revela que el coordinador “tendrá
asignadas más o menos funciones, entre las cuales destaca la detección y evaluación de los posibles donantes”.
En centros más pequeños, el coordinador ejerce su función de coordinación a tiempo parcial compaginándolo con su
labor asistencial en la UCI, mientras que en centros con mayor actividad de donación y trasplante esta función se
desempeña a tiempo completo y se puede ampliar con responsabilidades en formación e incluso investigación en el área de donación y trasplante.
La necesidad de empoderar al coordinador de trasplantes
A la hora de seguir potenciando la donación, el especialista aboga por
invertir en la figura del coordinador, ya que “por muy buenos especialistas en trasplante que haya en un centro, si no hay donantes no hay órganos para trasplantar”. El coordinador del Vall d’Hebron está convencido de que todos los
hospitales españoles autorizados para la donación de órganos “deberían considerar a la
figura del coordinador prioritaria, aunque cada centro lo gestione en función de sus recursos y sus características. Esto es especialmente importante en aquellos centros donde la figura del coordinador hospitalario además de realizar parte de su función asistencial como intensivista
gestiona a tiempo parcial los procesos de donación”. Otro de los mensajes que Sandiumenge apuntilla es que este papel está “
mal reconocido y mal retribuido”.
"El coordinador debe disponer de los recursos necesarios para realizar su trabajo con efectividad"
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En caso de que un coordinador no cuente con
suficientes apoyos y herramientas, Sandiumenge alerta de que existe el riesgo de que se pierdan donantes. “La
gran demanda asistencial a la que están sometidas las unidades de críticos, en ocasiones complica la función de los coordinadores que además tienen que atender a los pacientes críticos aumentando el riesgo de “
burn out”. Es un trabajo fascinante, pero conozco casos de profesionales que han renunciado a desempeñar este puesto por agotamiento”. Por todo ello, Sandiumenge defiende la necesidad de “no solamente
empoderarlos a través de una formación más completa, sino que también es necesario que dispongan de los recursos necesarios para realizar su trabajo con efectividad”.
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