Hace escasas semanas saltaba la noticia de que
el Papa Francisco se dispone a beatificar a María Pilar Gullón, Octavia Iglesias y Olga Pérez-Monteserín, enfermeras de la
Cruz Roja que fueron asesinadas por el bando miliciano en
Pola de Somiedo, Asturias, durante la
Guerra Civil española. Según la versión que maneja la Iglesia, estas tres enfermeras fueron
apresadas en 1936 por el bando republicano, sometidas a
violaciones y
fusiladas por
negarse a renunciar a su fe. Sin embargo, tal como ha podido comprobar la antropóloga
Lala Isla, que pudo contactar con uno de los milicianos que atestiguó lo ocurrido, esta versión dista mucho de la real, que recoge en
'Las rendijas de la desmemoria', editado por
Ediciones Lobo Sapiens.
Esquela de las 'enfermeras mártires' en 'El Pensamiento Astorgano'.
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Para empezar,
ni siquiera las tres eran fervientes católicas, como se ha pretendido hacer creer. "
Olga Pérez-Monteserín, amiga íntima de mi madre, era una mujer de una familia
muy moderna para la época. Su madre se cortaba el pelo a lo garçon y Olga
no era especialmente creyente. . Nació en París y le pusieron ese nombre por la mejor amiga de su madre, que era de Rusia. Su familia se ha opuesto a la beatificación", explica Isla a
Redacción Médica.
Con el estallido de la guerra, las tres mujeres
se alistaron como voluntarias en el servicio de Enfermería junto con la propia madre de Isla. "El destino se decidía por sorteo en la iglesia y cada enfermera pasaba quince días en un destino. Las autoridades decidieron alargar su estancia en Somiedo otros 15 días, de otra forma,
le habría tocado a mi madre ir y yo hoy no estaría aquí", explica.
Coral (tía de la autora), Olga Pérez-Monteserín, Ángeles Ortiz (la madre de la autora) y Bertha, amiga de Ángeles.
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El testimonio fundamental de Isla es
Abelardo Fernández Arias, miliciano asturiano que presenció el asesinato de las enfermeras. Según su versión, las fuerzas nacionales que estaban con las enfermeras levantaron una bandera blanca, por lo que dos milicianos fueron a negociar con ellos. Sin embargo, los franquistas fusilaron a ambos. Es entonces cuando los
milicianos apresaron a los contrarios. Fernández Arias asegura que las enfermeras
no fueron violadas ni torturadas. Al contrario, afirma que se les trató con educación.
Los prisioneros fueron
subidos a un camión de carga para ser trasladados y fue una mujer,
viuda de uno de los milicianos asesinados previamente, quien en un arrebato de ira disparó contra todos. Según el miliciano,
fue una muerte rápida. Isla reconoce que el desenlace "fue brutal pero dista mucho de la versión oficial. Además, hay que recordar que estas mujeres
no se alistaron para propagar la fe, ni nada parecido, sino para curar a enfermos".
Propaganda franquista
La antropóloga considera la versión oficial un "
invento de la propaganda franquista" que ayudó a promover la famosa escritora
Concha Espina en su libro
'Princesas del Martirio'. "Es para mí una auténtica fantasía falangista y muy machista. Aunque se ha descubierto que Concha Espina lo escribió chantajeada por el régimen, que tenía en prisión a un hijo suyo".
Abelardo Fernández Arias, miliciano republicano testigo de la muerte de las enfermeras.
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'Con la Iglesia hemos topado, Sancho', que decía
Don Quijote. Hay varias historias de beatificaciones que espantan, como la del
padre Huidobro, que cuando la Iglesia empezó el proceso de beatificación y se dio cuenta de que no le habían matado los republicanos sino los legionarios por la espalda, hartos de que el sacerdote les amonestara las barbaridades que estaban haciendo,
Roma paró la beatificación", añade.
Preguntada sobre qué le llevó a estudiar el caso de las enfermeras mártires de Somiedo, junto con otros mitos del franquismo que desvela en su libro, Isla explica que todo se originó con la petición al juez
Baltasar Garzón de que se descubriera la fosa común. "A mí esta noticia me chocó mucho, porque en mi familia
siempre se había dicho que en Astorga nunca pasó nada en la Guerra Civil. De hecho, mi padre me dijo textualmente que los nacionales
'solo' habían 'fusilado a 12' personas. Entonces, ¿cómo va a haber fosa común si no ha pasado nada o muy poco? Empecé a investigar y descubrí que la versión de mis padres era falsa. Astorga había sido un centro de represión del franquismo donde hubo cerca de
4.000 presos. Mi madre nunca me contó nada. El historiador José Cabañas ha descubierto que
mataron a 300 catalanes en León. Es entonces cuando me pregunto, ¿cómo han podido vivir mis padres tan engañados?".
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