Para el imaginario colectivo han quedado, por obra y gracia de películas o series de televisión, los sinsabores de los cirujanos y demás personal sanitario enlatado en un quirófano. Escenas en las que el tono profesional de toda conversación elevaba a los personajes a candidatos al Nobel de Medicina (no existía sujeto, verbo y predicado carente de fármaco, prueba diagnóstica o control de las constantes vitales). La realidad, que siempre es más apasionante que la mala imaginación, muestra en cambio que los profesionales sanitarios son capaces de ejercer su profesión con acierto (solo hay que ver los datos del SNS) a la vez que siembran costumbres mundanas en su horario de trabajo. “Al final, es como el ambiente de cualquier oficina, solo que con todo lo que implica tener un cuerpo abierto en medio”, espeta una fuente a Redacción Médica con cierta dosis de humor.
Capítulo bien merecido guarda la música, que ha venido a sustituir a la tradicional radio que sonaba en los quirófanos. La escena es la de un anestesista, por ejemplo, con un altavoz con conexión bluetooth a una tablet y esta a su vez conectada a la señal WiFi de la sala. Una plataforma de música en streaming hace el resto; es decir, las delicias del personal, que en función de sus gustos musicales solicitan una u otra canción. “Yo he visto hasta dedicar un tema a uno de los presentes”. Una alegría de trabajo que, sin grandes coreografías, llega incluso a menear los cuerpos de médicos y enfermeras en el clásico cimbreo de pie para adelante y para atrás, como los tímidos en las discotecas.
Claro que las sesiones de quirófano son largas y hay tiempo para más; por ejemplo, para la cocina. No es extraño que en mitad de un parón, o mientras se realiza un trabajo repetitivo y libre de todo riesgo, se escuche “la última novedad sobre cómo hacer un buen bizcocho tirando de microondas”. “Se pueden aprender muchas cosas en una operación, también a cocinar”, añaden estas fuentes.
Nadie ha escrito (ni legislado) para que el amor por la Medicina sea inmiscible con la atracción entre sus profesionales. A los posibles enamoramientos que puedan ocurrir entre compañeros de trabajo (como en cualquier empresa), la sanidad guarda un momento más propicio para asfaltar el camino a la pasión: “La rotación de residentes de otras especialidades en los quirófanos ajenos”. Es decir, ese o esa joven que acude con la mirada despierta 'a rotar' por un área que no es la suya como parte de su formación y además de imbuirse en nuevos conocimientos sanitarios, se lleva a casa un latido acelerado en el pecho que no hace falta diagnosticar. La vida en un quirófano es eso: vida, al fin y al cabo para el que recibe la atención, pero también para quien la sustenta.
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