Pablo Escobar está de moda. El narcotraficante más famoso de la historia, fallecido en 1993, ha saltado a la actualidad por la serie Narcos, producida por
Netflix, y que aborda en dos temporadas la vida de este personaje que marcó la agenda de toda una nación entre finales de los años 80 y principios de los 90. Con una
fortuna aproximada de 7.000 millones de dólares, durante siete años consecutivos apareció en la revista Forbes como una de las mayores fortunas del mundo.
La ficción muestra a un Escobar, interpretado por el brasileño
Wagner Moura, frío y pragmático, confiado en el ejercicio de su ‘profesión’ de tal forma que no dejaba nada a la casualidad. Asesinatos, terrorismo, lavado de dinero e incluso un frustrado intento de participar en la política colombiana… como un todo del que se servía no solo para mantener sus negocios sino para defender su estatus de líder al frente del
Cartel de Medellín.
Sin embargo, el narcotráfico tiene ese riesgo laboral de ser una actividad ilegal, y sus disputas se solucionan en dos extremos, como bien se repite en numerosas ocasiones en la serie: “Plata o plomo”. Es decir, dinero o balas. Y cuando a Escobar se le empezó a arruinar el negocio, el ERE de su empresa le llegó en forma de asesinatos de sus hombres y destrucción de su logística, de su imagen y de su fortuna.
Una situación que le llevó, como le dice un guerrillero licenciado en Medicina, a una situación de estrés que le ocasionó obesidad y un desvanecimiento.
Tras este, el facultativo le pregunta qué está tomando y advertido de que son unas pastillas muy fuertes, decide cambiarle la medicación
dándole homeopatía. Y así aparece el
‘El patrón del mal’ echándose dos gotitas del ungüento debajo de la lengua, en pleno ocaso de su reinado. Unas escenas más tarde, ese hombre pragmático y descreído de fuerzas extracorpóreas que era Escobar acaba
incluso poniéndose el collar de un santero. Su triste final: repudiado por la sociedad colombiana, arruinado y confiado en cuerpo y alma a
métodos que no han podido demostrar su eficacia aunque sí que siguen siendo un gran negocio.
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