Los
médicos y las enfermeras que se encuentran en los servicios hospitalarios afrontan la
muerte de los pacientes en su día a día. Sin embargo, es un hecho para el que
no han sido preparados psicológicamente durante sus años de residencia y prácticas, tal y como ellos mismos han explicado a
Redacción Médica, y supone una situación que en numerosas es difícil de afrontar.
Mireia Margelí, oncóloga del Hospital de Badalona
¿Cómo se afronta la muerte de un paciente?
La muerte de un paciente para un
oncólogo no deja de ser un fracaso. A pesar de que cada vez tenemos mejores tratamientos, todavía no podemos curar a todo el mundo. Cuando tenemos una situación que sabemos que es irreversible intentamos
escuchar al paciente, le explicamos la situación y trabajamos para que pueda afrontarla
Los médicos echan en falta preparación psicológica para poder afrontar este tipo de situaciones
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intentando que los síntomas de la enfermedad estén controlados.
¿Hay un antes y un después tras ver morir al primer paciente?
En el caso de la
Oncología hacemos un largo camino con los pacientes y, evidentemente, hay una conexión con ellos. Sin embargo, este proceso nos ayuda a saber cómo respetar mejor la voluntad de cada paciente en un futuro.
¿En la residencia se aprende cómo afrontar esta situación?
En el caso particular de Oncología aprendimos, juntos a los compañeros de
Cuidados Paliativos, como es el proceso para realizar la toma de decisiones en una persona que se encuentra al final de su vida, igual no en formación teórica, pero sí práctica.
¿Ha necesitado ayuda tras la muerte de algún paciente?
Es normal que siendo médico y profesional sanitario haya visto morir a personas. Sin embargo, es cierto que contar con la ayuda de
equipos multidisciplinares (enfermeros, auxiliares, oncólogos…) en los casos más difíciles es una gran suerte.
Mari Àngels Rodríguez, enfermera del Servicio de Medicina Interna del Hospital Dr. Josep Trueta de Girona
¿Cómo se afronta la muerte de un paciente?
Impacta.
Cuando no has visto ninguno impacta, el primero que vi morir fue cuando era estudiante de Enfermería, pero era una muerte prevista porque era un hombre mayor. Es mucho más duro cuando es un paciente joven o cuando no te lo esperas. He vivido dos casos especialmente complejos de dos hombres que no llegaban a los cincuenta años y que en
Los profesionales destacan el apoyo que reciben de los compañeros
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cuestión de minutos murieron cuando nadie se lo esperaba.
¿Hay un antes y un después tras ver morir al primer paciente?
Sí, por el impacto que produce ver
el fin de una vida. Depende mucho del caso, pero ese día te quedas pensando en ese paciente que ha fallecido y piensas en su familia, en sus amigos, en sus allegados y reflexionas sobre tu propia vida.
¿En la residencia se aprende cómo afrontar esta situación?
Psicológicamente no. Nos prepararon en cuanto a qué se tiene que hacer cuando se produce un fallecimiento, es decir, comprobar varias veces que realmente el paciente esté muerto y realizar toda la burocracia que viene después, pero no nos dieron las herramientas psicológicas para afrontar la muerte de un paciente y menos de aquéllos que no están en edad de morir.
¿Ha necesitado ayuda tras la muerte de algún paciente?
Los compañeros nos apoyamos mucho entre nosotros, pero es muy duro el día en el que muere un paciente que no te lo esperabas. Ese día piensas mucho en ello, pero sigues haciendo tu trabajo, ayudando al resto de enfermos que hay en la misma planta, aunque tienes ese recuerdo y hay algunos que nunca se te olvidan. Todavía me vienen a la mente dos casos muy duros de los que
puedo visualizar la habitación, la cama y el paciente.
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