Joan Ramon Villalbí es el presidente saliente de la
Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas). Aporta su experiencia al documento ‘
Lecciones del Covid-19 (qué ha aprendido el sector sanitario español ante la pandemia)’, impulsado por
Redacción Médica, con una visión panorámica de la pandemia del
coronavirus que le hace ver el sistema en su conjunto.
Por eso, su conclusión es que la
Salud Pública debe adaptarse a los nuevos tiempos. Y esto implica que, en un mundo globalizado, las estructuras supranacionales deben jugar un papel mucho más preponderante del que han tenido hasta ahora. Al menos, a nivel europeo.
¿Cuáles son los aciertos y errores que considera que se han cometido durante esta crisis?
En todas las circunstancias es fácil, a toro pasado, decir que se habría que haber hecho esto o lo otro, pero hemos respondido, seguramente, de la mejor manera posible dadas las circunstancias.
Teníamos antecedentes de SARS y MERS que eran muy distintos:
en Europa nos preparamos para lo peor y no llegó, y se criticó mucho el esfuerzo de inversión y de preparación. El SARS pegó fuerte en Oriente, y eso les habrá ayudado a estar preparados para una situación como esta.
La llegada a Europa [del SARS-CoV-2] fue, básicamente, a través de Italia primero y España después. Otros países han seguido nuestro camino. Los grandes países de la Unión Europea estamos siguiendo la misma trayectoria, con la excepción quizás de Alemania y los países nórdicos, que quizá como sociedad tengan rasgos que les hayan protegido un poco contra la expansión.
En España, con una descentralización muy potente en las comunidades autónomas, en situaciones de emergencia plantea todo un reto. Hay una necesidad de respuesta centralizada pero la respuesta efectiva en buena parte es descentralizada. Hay que desarrollar mecanismos que hagan hecho esto posible. Es lo que ha hecho nuestro país a través de la declaración del estado de alarma, que ha proporcionado herramientas centralizadas de gestión, pero no las ha apurado, y
ha dejado margen a las comunidades autónomas para tomar muchas decisiones.
"Teníamos previsto un Centro Nacional de Salud Pública que no se ha creado"
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Durante unos días parece que todos íbamos a una y luego se ha comenzado a poner más énfasis en las pequeñas diferencias entre unos y otros aunque, en general, el enfoque ha sido muy parecido.
Poca gestión se ha recentralizado. El estado de alarma permite tomar decisiones de forma central, pero no priva a los gobiernos autonómicos de su autonomía. En todos los países descentralizados estamos sometidos a esta situación. En EEUU, por ejemplo, hay una tensión tremenda entre el estado de Nueva York y el gobierno federal.
Errores, por ejemplo, la exposición de los sanitarios. La muerte de cada compañero es un problema. Pero, si miramos a Italia,
llevan más de 100 médicos muertos, con un volumen de casos parecidos al nuestro. Seguramente, con todas las dificultades, hay cosas que se han hecho bien, con recursos escasos se ha priorizado su uso y se ha echado mano de imaginación para sacar el máximo partido de lo que había.
La capacidad de los servicios autonómicos de salud, especialmente las comunidades con más casos, para crear camas de cuidados críticos, movilizar recursos (privados, temporales, hoteles reconvertidos), ha sido extraordinaria.
Ante una crisis similar futura ¿qué medidas deberían de adoptarse ya de forma preventiva en cuanto a recursos humanos, recursos materiales y gestión / organización?
Aunque hemos sido capaces de tener un sistema de información potente, o capaces de darnos una buena foto de la situación en cada momento, nos vendría bien tener reforzados los sistemas de vigilancia epidemiológica, especialmente los más activos, más orientados a investigar el entorno de los casos, de trabajar con sus contactos para descartar si están infectados o pueden estar transmitiendo la infección.
Este uso intensivo de las herramientas de seguimiento requiere más recursos que los actuales y, seguramente, una alianza con los servicios de Atención Primaria y comunitaria. Esto es lo que sería más deseable para el futuro.
Desde el punto de vista de la Salud Pública, ¿qué podría haber aportado durante la crisis que no haya podido hacerlo?
Hay una cosa que echamos mucho en falta:
justo antes de la recesión se aprobó la Ley General de Salud Pública, pero vino la recesión, hubo un cambio de Gobierno y muchas cosas que se preveían en esa ley se han dejado en el cajón.
"En un mundo globalizado hay que estar capacitado para responder a estas situaciones"
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Teníamos prevista la creación de un Centro Nacional de Salud Pública, que no se ha creado, una mayor capacidad de responder y anticipar a estas situaciones que no se han acabado de desarrollar.
Esto pone de manifiesto la importancia de poner mecanismos e instituciones que estén funcionando al servicio de la sociedad, y cuando se plantea una situación excepcional, funcionan, como ha sido el caso del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. En buena parte, se creó como respuesta a una alerta anterior, y nos fue tan bien como para poder afrontar esta situación.
En 1981 tuvimos la catástrofe del aceite de colza, que afectó a miles de personas y
puso de manifiesto que el sistema de Salud Pública que heredamos de la dictadura no servía. Por ello se reforzó y mejoró muchísimo.
Eso no nos ha pasado nunca más porque hicimos bien una serie de cosas, y ahora tenemos la oportunidad de reforzar estructuras para estar más preparados ante situaciones así. En un mundo globalizado, interconectado, donde hay más gente que va de Barcelona a Milán que de Barcelona a Valencia, y en el que cada día miles de personas van y vienen de Europa a China, hay que estar capacitado para responder a estas situaciones.
No hay que abandonar lo que hicimos bien para controlar la salubridad de los alimentos, que lo tenemos muy bien estructurado, pero hay que ir pensando en las cosas nuevas que nos pueden pasar.
A lo largo del siglo XXI hemos tenido ya algunas alertas (gripe porcina, SARS, MERS, ébola…) y esto significa que
hemos de construir instituciones más potentes. A nivel europeo, que tiene pocas estructuras de salud Pública, claramente necesita más. El Centro Europeo para el Control de Enfermedades (conocido como ECDC por sus siglas en inglés) es muy poquita cosa, ha hecho bien su trabajo pero hay que reforzarlo para poder responder a estas situaciones. Y necesitamos una estructura más sólida para España y todas las comunidades autónomas.
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