Existe un sesgo en la asistencia sanitaria. Ese es el argumento sobre el que ha girado el
último debate del Instituto de Innovación y Desarrollo de la Responsabilidad Social y Sociosanitaria (Inidress), en el que se ha tratado una de las mayores desigualdades que afectan a las mujeres: el
trato diferente que reciben respecto a sus compañeros masculinos.
Según el último Informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sepas), las mujeres registran un
tiempo de espera para visitas diagnósticas al especialista un 13,6 por ciento más largo que los hombres, son diagnosticadas más tardíamente de dolencias cardiacas y consumen una cantidad significativamente mayor de psicofármacos.
El problema ya fue puesto de relive en los 90 por un estudio de
The New England Journal of Medicin
e sobre angiografías coronarias, que reflejaba que cuando las mujeres sufrían un
infarto el esfuerzo terapéutico que se vertía sobre ellas era significativamente menor.
Respecto al infarto en concreto, las mujeres mueren más y tiene una
tasa de letalidad mayor cuando entran en los hospitales, ya que
recurren más tarde a la atención sanitaria y lo sufren de manera distinta a los hombres, según explica
María Teresa Ruiz Cantero, coordinadora del Grupo de Investigación en Salud Pública de la Universidad de Alicante. "Ni la sintomatología ni los signos son iguales, y hasta que la medicina que se enseña en las universidades explique que el infarto cursa de manera distinta, los profesionales, sobre todo de medicina general, no lo detectarán a tiempo", explica.
Se tiende a sobremedicar a las mujeres en determinadas cuestiones pero se les niega el acceso a fármacos apropiados en otras
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La docencia, el origen
Para
Elena Casado, profesora de Sociología en la Universidad Complutense, el origen del
sesgo está en la docencia que damos y en el conocimiento que existe. "Partimos de un cuerpo ideal, pretendidamente universal, sobre el que se forma a la gente: el del varón, blanco, joven, atlético, sin grasa... Supuestamente vale para todo. Pero no es cierto. Se ha supuesto un ideal que no es tal, y si mi cuerpo no encaja con lo que tú has estudiado, difícilmente te voy a poder atender en las mismas condiciones", señala.
En este sentido, es más sencillo hacer los
ensayos clínicos con una población masculina, ya que las mujeres tienen una mayor
variabilidad hormonal y son más impredecibles, aunque en la actualidad muchas revistas científicas obligan a que los estudios cuenten con una perspectiva de género. Pese a esto, "todos los estudios científicos están mal hechos desde la perspectiva de género", señalan las tres participantes.
Y para ello, recuerda el
ejemplo de la 'Viagra femenina', para la que se hizo un ensayo que pretendía comprobar si interactuaba con el alcohol. El estudio lo firmaban dos hombres, y se hizo a 25 sujetos: 23 hombres y dos mujeres, para una píldora destinada a estas últimas.
Doble desigualdad
Según expone Ruiz Cantero, a las mujeres se les trata igual que a los hombres para paliar enfermedades que cursan de forma diferente pero en otras ocasiones se les trata de manera distinta cuando en realidad son muy parecidos. Por su parte
Irene Aterido, fundadora y miembro de la Comisión de Impulso de Endomadrid, habla de situaciones denigrantes, ya que a las mujeres "se las trata como a una niña" en el momento en que entra en una consulta.
"Existe una tendencia a tratar como
problemas psicosomáticos lo que realmente, con el paso del tiempo, se evidencia que es una enfermedad física grave", apunta Ruiz Cantero. En esta línea, Aterido añade que
se tiende a sobremedicar a las mujeres para determinadas cuestiones pero se les niega el acceso a fármacos apropiados en otras.
Para las tres participantes, las sociedades científicas son muy poco permeables a abordar una perspectiva de género en sus actuaciones y tienen un elemento bastante conservador.
Finalmente, Ruiz Cantero señala que "la profesión médica es una más de las tantas profesiones donde se refleja el sexismo de la sociedad. La historia del mundo es androcéntrica y la medicina también". Por todo ello, aseguran que se han dado pequeños pasos, pero que aún queda mucho por hacer.
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