Un estudio liderado por el grupo de Magnetismo y Materiales Magnéticos de la
Universidad del País Vasco (UPV/EHU) logra convertir una
bacteria en
agente de contraste doble o fluorescente, muy útil para llevar a cabo diagnósticos clínicos mediante resonancias magnéticas.
El avance, según ha informado la UPV/EHU en un comunicado, es fruto de un
trabajo de más de una década de los investigadores con
bacterias magnetotácticas, un grupo de bacterias acuáticas que en su entorno natural sintetizan cristales de magnetita -un mineral de hierro-, que actúan "como brújulas" y posibilitan que "estas bacterias se orienten y naveguen a lo largo de las líneas del campo magnético terrestre". “Son bacterias muy interesantes para el ámbito clínico, ya que tienen todas las características que se necesitan para ser
utilizadas como nanorrobots", ha explicado la investigadora
Lucía Gandarias Albaina. No en vano, ya hay trabajos que han demostrado su potencial para su uso en
terapias contra el cáncer como la hipertermia magnética. Una de las estrategias que se sigue en este sentido reside en enriquecer el medio de cultivo con ciertas sustancias y ver el efecto que tiene en las bacterias, y en ello se basaron los investigadores vascos para su estudio.
En colaboración con un grupo de investigación de la
Universidad de Cantabria, que es especialista en tierras raras, y con la participación de otros investigadores de centros como
CIC biomaGUNE,
Helmholtz-Zentrum Berlin (Alemania) y
BIAM-CEA (Francia), los investigadores se propusieron estudiar el efecto que tendría añadir elementos como
terbio y
gadolinio en el medio de cultivo de la bacteria para comprobar "cómo cambiaría su potencial como agente biomédico”, según Gandarias.
La investigadora afirma que en los análisis se vio, por un lado, que el terbio convierte las bacterias fluorescentes, “por lo que podrían ser utilizadas como
biomarcadores, ya que sería posible rastrear dónde se encuentran". En el caso de la incorporación del gadolinio, las bacterias adquirieron carácter de agentes de contraste duales para resonancias magnéticas, "que es hacia donde se están dirigiendo las investigaciones en este campo de estudio". Los contrastes, hay que recordarlo, son una clase de productos que mejoran la
diferenciación por imagen entre el tejido normal y el dañado y facilitan el diagnóstico clínico.
Futuro prometedor para la investigación con bacterias
A la vista de los resultados satisfactorios, Gandarias augura "un
futuro muy prometedor" para el uso de bacterias en la práctica clínica. Aunque ha señalado que esta vía de investigación se halla "en los inicios", ha recordado que ya se está trabajando en el uso de bacterias para tratamientos contra el cáncer y que existen muchos estudios al respecto en diferentes fases.
Desde la universidad vasca han recordado que actualmente se utilizan en las resonancias magnéticas
dos tipos de contraste, a saber, los positivos o T1, que son los más utilizados y están basados en compuestos de gadolinio, y los negativos o T2, que son nanopartículas de óxido de hierro. "En nuestro caso, en las pruebas in vitro realizadas hemos comprobado que las bacterias
no son tóxicas para las células, lo cual nos permitirá continuar estudiando en esta línea", ha sentenciado la experta.
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