Una pérdida repentina de
patrimonio neto en la mediana o avanzada edad se asocia con un riesgo significativamente mayor de
muerte, según concluye un nuevo estudio de Northwestern Medicine y la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. Los
problemas mentales generados con el 'shock' y la incapacidad para permitirse cierta atención médica figuran entre las causas más probables.
Cuando las personas pierden el 75 por ciento o más de su
riqueza total durante un periodo de dos años, tienen un 50 por ciento más de probabilidades de morir en los siguientes 20, según hallaron los investigadores.
La pérdida repentina de riqueza es un determinante social potencialmente importante de la salud
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“Descubrimos que perder sus
ahorros de vida tiene un profundo efecto en la salud a largo plazo de la persona”, afirma la autora principal, Lindsay Pool, profesora asistente de Investigación en Medicina Preventiva en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.
“Es un tema muy generalizado. No fueron solo unas pocas personas, sino que
más del 25 por ciento de los estadounidenses sufrieron un revés de riqueza durante los 20 años del estudio”. Si bien la tasa de pérdida de ahorro aumentó durante la Gran Recesión, los estadounidenses de mediana y mayor edad perdieron constantemente sus ahorros durante el periodo de 20 años, independientemente del clima económico general.
El estudio se ha publicado en
JAMA y es el primero en analizar los
efectos a largo plazo de una gran pérdida financiera. “Nuestros hallazgos ofrecen nueva evidencia de un determinante social potencialmente importante de la salud que hasta ahora no se ha reconocido: la pérdida repentina de la riqueza en la edad media o avanzada”, afirma el autor principal, Carlos Mendes de León, profesor de Epidemiología y Salud Pública Mundial en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan.
Igual que no haber tenido riqueza nunca
El estudio también examinó a un grupo de personas de bajos ingresos que no tenían ninguna riqueza acumulada y que se consideran socialmente vulnerables en términos de su salud.
Su mayor riesgo de mortalidad en 20 años fue del 67 por ciento. “El descubrimiento más sorprendente fue que tener riqueza y perderla es casi tan malo para tu esperanza de vida como no haber tenido riqueza nunca”.
La causa probable del aumento del riesgo de muerte puede ser doble. “Estas personas sufren un costo de salud mental debido a la pérdida financiera, así como a
no someterse a atención médica por no poder pagarla”, dice Pool.
Según el trabajo, “investigaciones experimentales han mostrado la
activación de regiones cerebrales tras un ‘shock’ económico negativo, lo que puede contribuir al mayor riesgo de problemas mentales y abuso de sustancias hallados en la investigación observacional”.
Este nuevo estudio se basa en investigaciones previas a raíz de la Gran Recesión de 2007
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El nuevo estudio se basa en investigaciones previas a raíz de la Gran Recesión de 2007 hasta principios de 2010. Estos estudios examinaron los efectos de salud a corto plazo, como la depresión, la presión arterial y
otros marcadores de estrés que cambiaron a medida que las circunstancias financieras de las personas cayeron en picado.
El estudio se basó en datos del Estudio de Salud y Retiro del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos. Iniciado en 1992, el análisis longitudinal sigue a un grupo representativo de adultos de Estados Unidos de 50 años o más cada dos años. Se incluyeron
más de 8.000 participantes de entre 50 y 60 años.
“Esto muestra que
los médicos necesitan tener conocimiento de las circunstancias financieras de sus pacientes. Es algo que deben preguntar para comprender si sus pacientes pueden tener un mayor riesgo de salud”.
A continuación, Pool y sus colaboradores investigarán los mecanismos que conducen a una mayor mortalidad después de una gran pérdida financiera. “¿Por qué la gente está muriendo, y podemos intervenir en algún momento de una manera que podría revertir el curso de ese aumento del riesgo?”
Acceda aquí al estudio de JAMA
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