Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades que tienen graves consecuencias para la salud física y psicológica de quienes los padecen. También para sus familias. Tanto en la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, el paciente tiene una obsesión por el peso, la imagen y la dieta. En ITA especialistas en salud mental ofrecen un modelo de tratamiento adaptado a cada paciente, que tiene en cuenta los trastornos asociados que puedan convivir con los TCA y que atiende, en todo momento, no solo a la recuperación del peso, sino también a la del bienestar físico y emocional. Su red asistencial, con este modelo único, continúa expandiéndose. Redacción Médica ha hablado sobre todo esto con su director clínico, Antoni Grau.
¿Han visto incrementado el número de pacientes con trastornos de conducta alimentaria (TCA) en los últimos años?
El número de pacientes con TCA no ha experimentado grandes cambios en los últimos años. Todas las predicciones realizadas a principios de esta década auguraban un descenso del número de casos. Desgraciadamente, esto no ha ocurrido. A pesar de que el número de casos no ha ido en aumento, tampoco ha disminuido. La buena noticia es que tanto la mejora de los programas de prevención como, sobre todo, la detección precoz de estas patologías ha favorecido que los tratamientos se inicien antes. Esto evita que el trastorno alcance un estadio más agudo o se cronifique, aunque todavía son demasiados los casos que se complican.
¿A cuántos pacientes atienden a día de hoy?
Actualmente estamos tratando anualmente unos tres mil pacientes con TCA, distribuidos a lo largo de todo el territorio español.
¿En cuántos centros especializados?
Disponemos de cuatro centros residenciales para TCA en Sevilla, Barcelona, Argentona (una localidad de la provincia de Barcelona) y Madrid y seis hospitales de día situados en Barcelona, Sabadell, Málaga, Zaragoza, Tarragona y Madrid.
¿Han visto que haya habido un cambio de perfil de estos pacientes?
Desde hace años venimos experimentando un aumento en la complejidad de los trastornos de alimentación. Cada vez es más infrecuente la presencia de un TCA de forma aislada, siendo la comorbilidad con otros trastornos la forma más habitual de presentación. Destacan como habituales trastornos asociados los cuadros depresivos, los Trastornos de la Personalidad, las adicciones y los Trastornos de Conducta. Esto obliga a los diferentes dispositivos a contar no solo con una alta especialización en el tratamiento de los trastornos de la alimentación sino también a ser capaces de dar respuesta de forma global y personalizada a las necesidades que requiere cada persona.
¿Ha ido evolucionando el tratamiento de las personas con este trastorno? De ser así, ¿cómo?
En efecto, los primeros tratamientos estuvieron caracterizados por un modelo asistencial exclusivamente biomédico en el que los objetivos se limitaban a la recuperación del peso y al tratamiento psicofarmacológico. Progresivamente y ante la escasa eficacia de los tratamientos, el eje de los mismos se desplazó hacia la intervención en los aspectos psicológicos (cognitivos, emocionales y familiares) inherentes a estos trastornos. En la actualidad, la tercera generación de tratamientos para TCA han incorporado intervenciones rehabilitadoras que aseguren la reconexión de la persona afectada con el entorno social, laboral y académico.
En su página web cuentan con una autoevaluación para saber si se padece un TCA. ¿Cuáles son las señales que deben alarmar a las personas o a su entorno de que puede tener alguno de estos trastornos?
Las principales señales de alarma pueden aparecer en forma de pérdida de peso sin que exista causa orgánica que la explique, evitación de las comidas con la familia, frecuentes visitas al baño después de cada ingesta, desaparición de grandes cantidades de comida de la cocina o despensa, irritabilidad y aislamiento social. Es importante recordar que la detección precoz es uno de los mejores indicadores de buen pronóstico, por lo que acudir al especialista ante cualquiera de estos signos puede resultar determinante para el curso del trastorno.
¿Qué papel juega la familia en la recuperación?
La familia es un agente activo a lo largo de todo el proceso terapéutico. La llegada de un Trastorno de la Conducta Alimentaria a casa tiene un efecto devastador en las relaciones familiares. Una parte fundamental de tratamiento tiene como objetivo reestructurar el sistema familiar convirtiéndolo en una inagotable fuente de recursos de gran valor para la recuperación.
¿Cómo trabaja ITA con el entorno del paciente?
Además de la intervención familiar a la que nos acabamos de referir, el tratamiento en ITA solo tiene sentido si el paciente, una vez finalizado el tratamiento, puede desarrollarse en su medio natural. Casi siempre, el trastorno ha constituido una importante pérdida del rol social, dinamitado áreas como la formación, las relaciones sociales o el trabajo. Superada la fase más aguda de la enfermedad, entran a escena profesionales del ámbito social como educadores y trabajadores sociales o psicopedagogos. Resulta para nosotros muy importante reducir el riesgo de institucionalización que puede surgir como consecuencia de los largos periodos de estancia en el hospital. Por ello, tan pronto como sea posible, favorecemos la recuperación de los espacios de participación comunitaria, especialmente en el ámbito ocupacional y educativo.
Su último centro se ha abierto en Chile. ¿Cómo está siendo la experiencia allí? ¿Es compartida con los centros españoles?
En efecto, ITA se ha unido con la Red de Salud Christus y la Universidad Católica (UC-Christus) para abrir próximamente un Hospital de Día para Trastornos de la Conducta Alimentaria en Santiago de Chile. Llevamos algún tiempo trabajando en el proyecto y la experiencia no podría ser más satisfactoria. Nos complace haber establecido una alianza con una de las instituciones con mayor prestigio en el sector de la salud en países latinoamericanos. Requeríamos una organización de la solidez y fiabilidad de UC-Christus para poder trasladar nuestro modelo de tratamiento a otros países. Por su parte UC-Christus ha querido contar siempre con tratamientos con el máximo nivel de excelencia, por lo que el modelo ITA siempre ha sido su mejor opción. Hemos adaptado nuestro modelo a ciertas particularidades socioculturales que diferencian a Chile de España, pero se han mantenido todos los aspectos nucleares de nuestra forma de trabajar. Uno de los principios organizadores de nuestro modelo es que adaptamos el tratamiento al paciente y no al revés, con lo que la capacidad de adaptación se encuentra inscrita en nuestro ADN.
¿Hay planes de seguir abriendo centros en otros países?
ITA podrá estar en cualquier lugar siempre que exista una demanda social y asistencial que requiera de su experiencia en los tratamientos en salud mental. No cabe duda de que son muchos los países y las sociedades interesadas en poder contar con el conocimiento acumulado por ITA a lo largo de todos estos años. Sobre todo los países con economías emergentes empiezan a ver como la prevalencia de algunos trastornos mentales está creciendo hasta acercarse a tasas equiparables a la de algunos países europeos y a las de Estados Unidos. ITA está asesorando a varios de estos países y formando a muchos de sus profesionales, por lo que no descartamos que algunas de estas sinergias cristalicen en la creación de unidades en estos territorios.
En España, ustedes se han convertido en la red estatal más potente a nivel nacional en salud mental, ¿qué compromisos han adquirido, o pretenden adquirir, con las instituciones o la sociedad?
Son varios los compromisos que hemos adquirido con la sociedad. En primer lugar, debemos mantener el alto nivel técnico y humano que ha merecido la confianza de tantos pacientes y familias en nuestros tratamientos. El gran impacto a nivel poblacional de nuestra actividad nos obliga a incorporar cualquier innovación que mejore la calidad y los resultados de nuestras intervenciones. Por otro lado, ser un modelo de referencia, exige de nosotros continuidad en la creación de conocimiento a través de la investigación y la formación a profesionales de la salud mental.
¿Qué significan para ITA los últimos cambios en el organigrama de la corporación? ¿Qué nuevos retos asumen?
Un crecimiento como el experimentado por ITA en los últimos años requiere de una transformación en sus órganos de dirección que sepa dar cuenta de una doble mirada. Por un lado, como grupo al que se han integrado diferentes sociedades, teníamos el reto de integrar diferentes visiones y culturas organizacionales en una nueva realidad corporativa con identidad propia y procedimientos comunes. La creación de áreas transversales ha facilitado esta articulación de procesos compartidos por toda la organización. Por otro lado, el aumento de dispositivos y su expansión geográfica ha requerido la creación de estructuras territoriales que permitan operar en el día a día de las diferentes unidades de forma coordinada. Estos dos enfoques, territorializado por un lado y transversal por otro, necesita de comisiones mixtas que permitan mantener siempre esta mirada de doble alcance.
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