La
pandemia del Covid-19 ha terminado de germinar una semilla que se veía como creía desde hace unos años. Los
Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) comienzan a edades más tempranas y su
gravedad es mayor. Son algunas de las conclusiones extraídas de la charla que se ha desarrollado sobre esta temática en el
XXV Congreso Nacional de Psiquiatría.
"La edad de inicio de los TCA ha descendido a
entre 12 y 14 años, mientras que en 1995 era de 16 a 19. En
chicas es más habitual", ha concretado
Montserrat Graell Berna, jefa de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Además, ha añadido que aunque estos trastornos no son muy frecuentes en
niños menores de 12 años, representan el 15 por ciento del total, sí que producen "graves
alteraciones en su desarrollo".
Durante su intervención en el
XXV Congreso Nacional de Psiquiatría, Graell ha mostrado los datos de ingresos en su Servicio, que
aumentaron un 23 por ciento en 2020 (comparado con 2019) y que siguen subiendo en 2021 y, previsiblemente, en 2022. "Durante
el confinamiento ya vimos que estos pacientes tenían una variación respecto a los anteriores porque
tenían más comorbilidad (depresión y ansiedad), trastorno afectivo y
riesgo de suicidio", ha afirmado la especialista.
Asimismo, otra de las características propias de los pacientes con TCA de estos últimos dos años es que tienen un
Índice de Masa Corporal (IMC) más bajo, más conductas purgativas e
inestabilidad médica.
Hospitalización a domicilio para TCA
Para hacer frente a esta gran demanda pusieron en marcha la
hospitalización a domicilio, donde el 65 por ciento de los casos, aproximadamente, son de TCA, y el resto de Psiquiatría general. "El paciente donde mejor está es
en su casa", ha resaltado la experta.
Este modelo se llevó a cabo por los beneficios que aportaba y que ha citado Graell: la generalización más fácil de los cambios adquiridos en el tratamiento; la
mejora de la calidad de vida y la satisfacción de los pacientes, la facilitación del
alta temprana de las unidades de hospitalización, la potenciación de la
continuidad de cuidados y la reducción del número de ingresos y costes, entre otros.
"Estos pacientes deben cumplir los criterios de ingreso. Al mantenerlos en su hogar conseguimos una
estabilización médica, la adquisición de un patrón regular y variado de comidas, la mejoría psicopatológica y la
mejor conciencia de la enfermedad", ha señalado Graell.
El papel de la familia en el TCA
Por otro lado,
Angustias García Herráiz, psiquiatra responsable de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria en Badajoz, ha puesto de relieve las
diferencias de los TCA actuales. El mayor número de autolesiones, la dificultad para
aliviar las frustraciones, la mayor necesidad de realizarse intervenciones estéticas y la sobreinformación acerca de la
alimentación y el deporte son algunas de las características de los pacientes de hoy en día.
En este sentido, la familia juega un
importante papel en el TCA. "Puede ser predisponente del trastorno y necesaria en la
terapia para la recuperación", ha asegurado García. De hecho, las familias actuales no tienen nada que ver con las de dos décadas atrás. "Las dinámicas familiares son diferentes: hay más
parentalidad realizada por otros miembros; mayor énfasis en lo individual;
dificultades de apego con los padres…", ha añadido.
Por lo tanto, la
terapia familiar está indicada para "prácticamente todos los pacientes jóvenes con TCA": "El objetivo a nivel de familia es
encontrar las disfunciones del juego familiar que está afectando al TCA y tratar de cambiarlas. Potenciar la autonomía y la competencia, dar a la paciente la capacidad de
tener libertad de elegir", ha manifestado García.
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