Recibir azotes de niño como castigo aumenta el riesgo de sufrir problemas de salud mental en la edad adulta, según un estudio de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). Los resultados, publicados en la revista Child Abuse & Neglect, se basan en respuestas a una encuesta a más de 8.300 participantes.
En total, un 55 por ciento aseguraron que habían sido azotados varias veces al año durante su infancia. Este colectivo tenía un 37 por ciento más de posibilidades de haber intentado suicidarse, un tercio más de probabilidades de haber abusado de las drogas y un 23 por ciento más de opciones de excederse con el alcohol.
Según uno de los investigadores, Andrew Grogan-Kaylor, "es difícil separar los efectos de los azotes del resto del ambiente infantil de una persona. Puede que haya un debate cultural sobre el tema de los azotes, pero hay bastantes evidencias que lo vinculan con efectos negativos. Y casi no hay literatura que sugiera que tengan consecuencias positivas".
Métodos de disciplina sin violencia física
La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP) desaconseja los azotes porque su reiteración puede enseñar a los niños que la agresividad es una solución a los conflictos, con lo que podría empeorar cualquier problema conductual.
En su lugar, la institución anima a los padres a usar tipos de disciplina no física, como el tiempo fuera o retirar un privilegio durante un periodo corto.
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