La Organización Mundial de la Salud (
OMS) ha
excluido la transexualidad como una enfermedad mental y ha
incorporado el uso abusivo de los videojuegos como un desorden de comportamiento en la primera actualización de su Clasificación Internacional de Enfermedades en casi tres décadas publicada este lunes.
Ahora, tras 11 años de trabajos, la OMS ha decidido que la
transexualidad, que es un desorden de la identidad de género, salga del apartado de enfermedades mentales -algo que llevaban años reclamando las asociaciones LGTBI-, y entre en el de los comportamientos sexuales.
Se mantiene de esta forma dentro de la clasificación, para que cuando una persona busque ayuda médica la obtenga ya que en muchos países, si la diagnosis no está incluida en la lista, el sistema sanitario público o privado no reembolsa el tratamiento.
"Queremos que las personas que padecen estas condiciones puedan
obtener la ayuda sanitaria cuando la necesiten", explicó en rueda de prensa el director del departamento de Salud Mental y Abuso de Substancias de la OMS,
Shekhar Saxena.
Pero deja de ser considerada una enfermedad mental "porque no hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género deba tener automáticamente al mismo tiempo un
desorden mental, aunque suceda muy a menudo que vaya acompañado de
ansiedad o depresión". Además, "si a las personas con un desorden de identidad de género se las identifica automáticamente como alguien con un desorden mental, en muchos países se les estigmatiza y puede que se les reduzca las oportunidades de buscar ayuda".
Las apuestas, incluidas
Otra de las modificaciones más llamativas de la clasificación es la
inclusión de los videojuegos en un nuevo desorden, el del
"juego" pernicioso, que se incorpora a la misma lista donde también está la acción dañina de apostar.
"No hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género tenga automáticamente un desorden mental"
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"Incluimos el desorden de
jugar de forma adictiva tras analizar las pocas evidencias que tenemos y tras escuchar a un Comité Científico que sugirió que este nuevo fenómeno se incluyera como una enfermedad que puede y debe ser tratada", resaltó Saxena.
Precisamente, esta
falta de datos empíricos es una de las razones para incluir este desorden en la lista, porque las informaciones que se han analizado apuntan hacia una dirección, pero la OMS quiere cerciorarse y valorar su alcance real.
Comportamiento abusivo
De hecho, la OMS estima que entre un 2 y un 3 por ciento de los que juegan a videojuegos tienen un
comportamiento abusivo y pernicioso, pero quieren tener certeza científica. Asimismo, el hecho de que este desorden esté incluido en la lista de enfermedades permite a las personas que lo padecen contar con
ayuda de forma oficial, dado que el sistema lo reconoce como una
dolencia, por lo que está
cubierto por los sistemas públicos de salud y por los seguros.
Saxena especificó que el hecho de jugar a un videojuego no es nocivo por sí mismo, igual que no lo es ingerir alcohol, algo que hace regularmente el 40 por ciento da la población mundial o entre un 70 y 80 por ciento de los europeos.
El problema es cuando el
consumo es abusivo y
cambia el comportamiento de la persona que lo ejerce, por eso se ha incluido en el apartado de uso de sustancias perniciosas y otros comportamientos adictivos.
"Si el niño, adolescente o adulto que juega lo hace sin parar y deja de salir con sus amigos, deja de hacer actividades con sus padres, se aisla, no estudia, no duerme y solo quiere jugar, eso son signos de alerta de que podría tener un comportamiento adictivo y que tiene que buscar ayuda", señaló Saxena.
La última revisión, hace 28 años
"Si encima hay incentivos como dinero cuando se juegan con otras personas, eso incrementa el comportamiento adictivo y por lo tanto, el desorden", agregó.
La Clasificación Internacional de Enfermedades es una
codificación estandarizada de todas las dolencias, desórdenes, condiciones y causas de muerte que sirve para que los países obtengan datos estadísticos y epidemiológicos sobre su situación sanitaria y puedan planear programas y recursos en consecuencia.
La última revisión de esta norma se hizo
hace 28 años, y durante 11 años se ha
analizado la información científica más reciente para crear un
nuevo estándar que está disponible para ser usado por el
personal médico del mundo entero, aunque los Estados tienen tiempo para adaptarse hasta el 1 de enero de 2022.
Este proceso ha servido para actualizar una clasificación que en muchos casos estaba
desfasada, no reflejaba la realidad o no incluía comportamientos que ahora se consideran enfermedades o desórdenes.
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