Un estudio reciente sugiere que
fomentar el interés y la
interacción entre los pacientes y el personal en las residencias de ancianos puede
reducir la agitación y otros síntomas neuropsiquiátricos en pacientes con demencia, a la vez que que se mejora su calidad de vida.
"La agitación es un síndrome definido por un conjunto de cosas que incluyen
agresión verbal y física, inquietud y gritos asociados con angustia y ansiedad", explica el autor principal,
Clive Ballard, profesor, vicecanciller y decano ejecutivo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter. "Afecta profundamente a las personas con demencia y a su calidad de vida".
Los delirios y las alucinaciones, la euforia y la desinhibición, el comportamiento aberrante, así como los trastornos nocturnos y los comportamientos anómalos en la alimentación son sólo algunos indicios de neuropsicosis, ha explicado Ballard a
Reuters Health.
Pocos estudios
A pesar de que existe un vínculo establecido entre la
calidad de vida y los síntomas neuropsiquiátricos, así como en el riesgo de caídas y mortalidad, hay pocos ensayos que hayan analizado las intervenciones de calidad de vida, señalan los autores.
Para probar un enfoque que enfatizase sobre la
atención en los
propios pacientes con dependencia y en la
capacitación especial para el personal de Enfermería, el equipo de Ballard reclutó
69 residencias de ancianos en el Reino Unido y asignó a la mitad, al azar, la implementación de un programa ideado por los investigadores.
De las
facilidades implementadas en el programa, el personal recibió cursos sobre
técnicas para facilitar la interacción social y educación sobre los efectos y riesgos de los medicamentos antipsicóticos. En las otras instalaciones, los pacientes continuaron recibiendo su atención habitual.
Los deseos de los pacientes cuentan
De 847 pacientes que estaban en el grupo de estudio inicial,
533 completaron el estudio y se evaluaron durante un período de
9 meses, una vez antes de la intervención y luego otra vez al final. "Un elemento clave de esta investigación es que trabajamos junto a los cuidadores durante esos 9 meses para incorporar estos elementos aprendidos en la práctica diaria", explica Ballard. Un enfoque "centrado en la persona"
incorpora los deseos y necesidades de los pacientes individuales como una forma de
facilitar la curación y, a veces, estos deseos y necesidades se priorizan más allá de los objetivos profesionales de la salud, añade.
El nuevo enfoque incorpora las necesidades individuales de los pacientes
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La capacitación del personal incluyó un proceso educativo diseñado para
ayudar a los médicos a comprender los intereses y pasatiempos de los pacientes, y luego utilizar ese conocimiento para desarrollar un plan de atención personalizado. "También tiene la ventaja de establecer relaciones más sólidas entre los pacientes con demencia y el personal de atención", añade Ballard.
La capacitación también cubría los
riesgos asociados con la medicación antipsicótica utilizada para tratar la agitación. Este tipo de medicamentos pueden aumentar el
riesgo de caídas y fracturas, infecciones de pecho, neumonía y una aceleración del deterioro cognitivo. También hay evidencia de que si los pacientes con demencia se vuelven demasiado dependientes de los medicamentos antipsicóticos, su riesgo de apoplejía y de muerte aumenta, señalan los investigadores.
Mejor calidad de vida
Los pacientes que recibieron la intervención mostraron d
isminuciones estadísticamente significativas de la agitación y los síntomas neuropsiquiátricos y una mayor calidad de vida después de 9 meses en comparación con el grupo de atención habitual. Pero no hubo diferencias en el uso de medicamentos antipsicóticos, aunque éste fue bastante bajo al comenzar, en menos del 10 por ciento.
"Los
cambios en la química y la estructura del cerebro son parte de la enfermedad", dice Ballard. "La capacidad reducida para comprender y enfrentarse a situaciones desafiantes y el entorno físico en las residencias puede hacer que las personas se sientan ai
sladas, frustradas y aburridas".
Todas estas circunstancias se suman a la
mayor sensibilidad de la agitación,
trastornos neuropsiquiátricos y una
menor calidad de vida entre los pacientes con demencia que viven bajo cuidado.
Las conclusiones de la investigación muestran que cuando las personas se involucran y se estimulan socialmente, el resultado puede ser completamente diferente, concluye el autor.
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