Algunos conjuntos de genes se relacionan con las habilidades sociales y, al mismo tiempo, con el riesgo de padecer dos trastornos psiquiátricos de signo opuesto: la esquizofrenia y el autismo.
Según deducen investigadores del Instituto de Psicolingüística Max Planck (MPI, por sus siglas en inglés), en Países Bajos, esos genes asociados a la integración social se superponen con los que predisponen al autismo durante la infancia temprana.
En cambio, esa relación se invierte en el caso de los de la esquizofrenia, cuando la interferencia tiene lugar en la adolescencia tardía, en correspondencia con la aparición habitual de cada una de estas dolencias.
“Los hallazgos sugieren que el riesgo de desarrollar estas enfermedades psiquiátricas opuestas está fuertemente relacionado con distintos conjuntos de genes, los cuales influyen en las habilidades de comunicación social, pero que ejercen su máxima influencia durante diferentes periodos de desarrollo”, ha recalcado el investigador principal del estudio, Beate St Pourcain, del MPI.
Arquitectura genética de los trastornos mentales
Recientes avances en el análisis de todo el genoma han ayudado a dibujar una imagen más precisa de la arquitectura genética subyacente a los trastornos psiquiátricos y sus síntomas relacionados en personas no afectadas.
Una gran parte del riesgo para el trastorno, pero también la variación en los síntomas más leves, se deriva de los pequeños efectos combinados de miles de diferencias genéticas a través del genoma, conocidos como efectos poligénicos.
Para el comportamiento de la comunicación social, estos factores genéticos no son constantes, sino que cambian durante la infancia y la adolescencia. Esto se debe a que los genes ejercen sus efectos consistentes con su programación biológica.
“Un análisis sensible al desarrollo de las relaciones genéticas entre rasgos y trastornos puede ayudar a desentrañar la superposición de comportamiento aparente entre las enfermedades psiquiátricas”, ha subrayado St Pourcain.
El trabajo de estos científicos se publica en este martes en Molecular Psychiatry.
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