La
estimulación del nervio trigémino (TNS, por sus siglas en inglés) es
segura y
efectiva para aliviar los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (
TDAH) en los niños, tal y como sugiere un estudio reciente.
En un ensayo ciego, controlado de forma simulada y que fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EEUU, el uso de esta estimulación del nervio trigémino resultó que tenía un efecto de tratamiento comparable al de los medicamentos no estimulantes. Los autores señalan que se necesita
investigación adicional para determinar la
durabilidad de la respuesta al tratamiento, así como el
impacto potencial de est estimulación en el
desarrollo del
cerebro.
"Hasta donde yo sé, este es el primer estudio controlado de forma simulada de neuromodulación en la juventud, y el primero que mostró resultados positivos de una técnica de neuromodulación de riesgo mínimo", señaló
James J. McGough, MD, del Centro Médico UCLA Ronald Reagan en Los Ángeles, California.
"Los síntomas de TDAH de los pacientes mejoraron aproximadamente en el mismo grado que vemos con medicamentos no estimulantes", ha agregado. Los hallazgos fueron presentados aquí en la 66ª Reunión Anual de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente.
Neuromodulación no invasiva
La estimulación del nervio trigémino es una
técnica de
neuromodulación no invasiva que presenta un
riesgo mínimo para los pacientes. "Nuestro enfoque actual para el TDAH se basa principalmente en medicamentos. Lo hacemos bastante bien. Pero los fármacos también tienen sus problemas, como los
efectos secundarios", agregó McGough.
"Hay un interés continuo en desarrollar terpias de bajo riesgo para tratar el TDAH"
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Para obtener más información sobre la eficacia potencial de esta técnica en menores, los investigadores inscribieron
62 niños de
8 a 12 años con TDAH en el estudio. Todos fueron asignados aleatoriamente para recibir durante cuatro semanas de tratamiento nocturno la euroestimulación del nervio trigémino activo o falso. Después, procedieron a estar una semana sin intervención.
Los resultados fueron prometedores. "Curiosamente, vimos una disminución paralela de los síntomas tanto en el grupo de simulación como en el grupo activo durante la primera semana. Pero después de eso, hubo una separación de los síntomas: mientras que el grupo simulado se estancó, el grupo activo
continuó mejorando en el transcurso de las cuatro semanas", ha señalado McGough.
"Lo que es más importante —ha agregado—, es que ningún padre quiere saber que tiene que darle una píldora a su hijo o hija todos los días. Esto ha generado un
interés continuo en desarrollar terapias de bajo riesgo y sin medicamentos para tratar el trastorno", ha agregado.
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