Superar una fobia pasa por exponerse a ella, pero no demasiado. Según han descubierto investigadores del Hospital de Niños de Los Ángeles, el contacto fugaz con el objeto temido, de forma que no dé tiempo a que el cerebro lo racionalice, consigue desensibilizar al paciente sin hacerlo sufrir.
La conclusión, que se lee en el trabajo publicado en Human Brain Mapping, resulta sorprendente pero se explica porque las fobias son per se irracionales y están inducidas por la mente inconsciente, de modo que desencadenan reacciones impulsivas de autodefensa que no pasan por la corteza cerebral, donde se ubica la actividad cognitiva más elevada.
Por el contrario, se quedan en reacciones localizadas en el que se ha llamado cerebro reptiliano por su carácter primitivo, que no requiere consciencia y opera de forma automática.
El estudio escoge una muestra de 42 mujeres (el género femenino padece entre el 75 y el 80 por ciento de las fobias, según justifican los autores para su elección de los participantes) y las divide en dos grupos: uno con 21 féminas con diagnóstico previo de fobias y otro con 21 libres de la patología.
A todas ellas se las somete a una serie de pruebas que incluyen visualizar imágenes neutras, que no generan miedo alguno a priori (por ejemplo, un ramo de flores); otra tanda de iconos que inducen fobia en el grupo seleccionado (en concreto, arañas) pero enseñadas durante un espacio de tiempo muy breve, casi imperceptible (lo suficiente para activar la reacción pero no para hacerla consciente), y otra tercera serie en la que se expone a los participantes a las imágenes de las arañas durante un lapso de tiempo prolongado.
En las pacientes fóbicas, la exposición fugaz activó las regiones subcorticales del cerebro implicadas en la reacción del miedo. Pero, a priori, no llegaron a ser conscientes de él, es decir, no se convirtió en sufrimiento consciente.
La exposición fugaz activa regiones útiles para combatir la fobia
En este sentido, uno de los científicos que firma el artículo, Bradley S. Peterson, quien dirige el centro citado, precisa que, durante la exposición fugaz, “pese a que esperábamos ver –y observamos de hecho– , en la resonancia magnética, cómo se activaban regiones neuronales que procesan la sensación de miedo, también descubrimos cómo hacían lo propio otras regiones que sirven para regular la reacción emocional, e incluso de comportamiento, frente a la fobia”.
De este modo se presupone que los participantes entrenarían a su cerebro para perder el miedo sin necesidad de sufrir de forma consciente durante el proceso.
Sin embargo, cuando se les expuso durante mucho tiempo al estímulo, se desactivaron las áreas del cerebro que ponen en marcha la reacción automática de miedo, que pasó a procesarse por las funciones superiores en forma de sufrimiento.
En ese estado, ni se entrenaba al cerebro para ir perdiendo sensibilidad frente al estímulo ni se eludía que el sujeto lo pasase francamente mal.
Diferencia entre miedo y sufrimiento
La diferencia entre miedo y sufrimiento no es baladí, pues el primero, como se deduce del estudio, es automático e imposible de controlar, en tanto que el segundo deja margen para que el sujeto responda de la forma adecuada.
Pero lo que la investigación concluye es que este último paso no es necesario para superar miedos primarios e incluso es preferible que solo intervengan los mecanismos inconscientes para vencerlos, ya que se libra a la persona del mal trago y, al mismo tiempo, se le desensibiliza de la fobia.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.