Tras más de una década de discusión entre los profesionales de la Salud Mental que forman parte de la
Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) y una revisión de la evidencia científica que ha llevado más de dos años, la ‘biblia de la Psiquiatría’ ha reconocido una nueva patología mental:
el trastorno por duelo prolongado.
Así se estipula en la reciente actualización del
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5-TR). Un documento qué marca los trastornos por los que los médicos estadounidenses pueden facturar su tratamiento a las compañías de seguros y que en
España junto al ICD -11 (siglas en inglés de Clasificación Internacional de Enfermedades) conformar las
guías de diagnóstico y clasificación de los pacientes.
"Incluir el trastorno por duelo prolongado en el DSM-5-TR significa que los médicos de salud mental, los pacientes y las familias compartirán una comprensión de cómo es el duelo normal y
qué podría indicar un problema a largo plazo", asegura Saul, director médico de la APA, quien cree que en las circunstancias actuales es “esencial” compartir información y aumentar la conciencia sobre el trastorno por duelo prolongado.
¿Cómo es el diagnóstico de trastorno prolongado?
Según la definición incluida por la APA, el trastorno prolongado puede ocurrir cuando alguien cercano a la persona en duelo ha muerto hace al menos 6 meses para niños y adolescentes, o
12 meses en el caso de los adultos.
“La persona en duelo puede experimentar
anhelos intensos o preocupación constante por el difunto debido a las circunstancias que rodearon su muerte. Estas características del duelo ocurren la mayor parte del día y casi todos los días durante varios meses. El individuo experimenta
malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral u otras áreas importantes de funcionamiento”, aseguran desde la APA.
¿Qué síntomas tiene el trastorno prolongado?
Esta nueva patología psiquiátrica presenta síntomas que van más allá de los socialmente aceptados y ligados al duelo. En concreto, según detallan los psiquiatras estadounidenses, la evidencia científica ha identificado los siguientes síntomas:
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Alteración de la identidad. Por ejemplo, sentir que parte de uno mismo ha muerto.
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Marcado sentido de incredulidad acerca de la muerte.
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Evitar los recuerdos de que la persona está muerta.
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Dolor emocional intenso (ira, amargura, pena…) relacionado con la muerte.
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Dificultad para seguir adelante con la vida. Por ejemplo, problemas para relacionarse con amigos, perseguir intereses o planificar el futuro.
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Entumecimiento emocional.
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Sentir que la vida no tiene sentido.
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Soledad intensa, es decir, sentirse solo o separado de los demás.
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